funcionarios/funcionarias se permiten el lujo de amenazar a los reporteros que grabaron los trapicheos de fichajes y enredos de tarjetas en las ranuras de entradas y salidas a "trabajar", entre comillas, en el edificio de La Ciudad de la Justicia, en Valencia, España, y no pasaban de la puerta.
Señoras y mongolos que fichaban la entrada y se fugaban vía puticlub, Corte Inglés, grandes almacenes... ¡En algún sitio tenían que pasar la jornada laboral! Y, mientras tanto, todo el mundo quejándose de que los juicios salen tarde, mal y nunca. Todo el mundo pensando que era por falta de personal en las labores de preparados de juicios, recogida y rellenados de sentencias y... resulta, que las susodichas funcionarias se iban de paseo por los puticlub valencianos. No quiero decir que todas... pero algunas sí, formarían parte del elenco de furcias en funciones. ¡Tiempo sí tenían! Y sus señorías seguro que eran los clientes más habituales en esos burdeles de lujo de funcionarias. Porque, amigos, tener una funcionaria/funcionario en la familia, es un lujo. Porque, en un momento dado, sirven de Padrino para amenazar a quien se meta con algún miembro/miembra, de dicha familia.
Esto es lo que le ha pasado a este reportero llamado Boro Barber. Responsable de aquél reportaje y a quien le han amenazado por levantar la liebre de la irresponsabilidad laboral y ciudadana, dado que, el funcionario/funcionaria, se somete a las funciones públicas con el examen de acceso.
Funcionario/funcionaria que no funcione, debe ser reemplazado por otro y sin ningún tipo de remuneración por vagos y maleantes: ley de Orden Penal de 1933, aprobada por las Cortes españolas.
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