lo que vendría a denominarse el Plan Divino. Y, como divino son Estados Unidos, Trump reconoce a Jerusalén la capital de Israel.
Yinon plantea también la disolución en el norte de África, y apunta su inicio en Egipto, pasando luego a Sudán, Libia, y al resto de la región. La “Gran Israel” precisa la ruptura de todos los estados árabes existentes en estados más pequeños. “El plan opera sobre dos premisas esenciales. Para sobrevivir, Israel debe: 1. convertirse en una potencia regional imperial, y 2. debe efectuar la división de toda la zona en estados pequeños, disolviendo los estados árabes que ya existen. Pequeño, aquí, dependerá de la composición étnica o sectaria de cada estado. En consecuencia, la esperanza sionista es que los estados basados en el sectarismo se conviertan en satélites de Israel e, irónicamente, en su fuente de legitimación moral... No es una idea nueva, ni es la primera vez que surge a superficie en el pensamiento estratégico sionista. En realidad, fragmentar todos los estados árabes en unidades más pequeñas ha sido un tema recurrente”. Vista en este contexto, la guerra de Siria e Irak forma parte del proceso de la expansión territorial de Israel. La inteligencia de Israel, trabajando codo con codo con Estados Unidos, Turquía y la OTAN está apoyando directamente la cruzada dirigida contra el denominado Estado Islámico (Islamic State – ISIS), que en último extremo busca destruir tanto a Siria como a Irak como estados nación.
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