Sábado y domingo estuve haciendo cola para abordar el autobús que nos llevaba al emplazamiento del pequeño barco escuela militar italiano. Horas y horas de espera para recorrer una pequeña zona del barco y que apenas te daba tiempo porque el autobús llevaba y traía gente constantemente. Y, como siempre, la organización brilló por su ausencia, ante un cúmulo de personas mayores, niños y bebés, que no paraba de llegar. El conductor estaba que echaba humo... -Como aquél que estando prisionero por su hijo, en casa, da esta respuesta cuando le descubren tratando de escapar por la chimenea:aquí-no-hay-nadie-más-que-humo-...todo el mundo se encaraba con él por la desorganización del evento. Hasta la policía Local preguntaba a los presentes qué sucedía para estar toda aquella gente allí. Total, una desilución grande, que no compensaba la espera con la visita en el barco. La tripulación no se mezclaba con los visitantes, y hacía todo lo posible por desaparecer de la influencia del público.
Como veís, en la bandera, la simbología es característica de ciertos poderes que estamos cansados de nombrar: los templarios. Es la cruz de las ochos Bienaventuranzas, el símbolo templario del Sermón de la Montaña. Cada punta de cada triángulo representa una de las ocho bienaventuranzas que el Señor enseñó a sus discípulos. Así como la Cruz roja sobre blanco, etc. etc.
Sí, cabe reseñar, la buena disposición de los presentes a la hora de charlar, gastar bromas, y armonizar la espera en el puerto de Valencia. Puerto, que lo están dejando muy diáfano, muy abierto a la mar, con la demolición de edificios y la limpieza de otros. Los tinglados los están reconstruyendo y dejando que la gente patine dentro. En fin, para pasar un buen día.
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