viernes, 23 de septiembre de 2016

ayer, 22: día internacional

sin coches. Valencia se desintegra cual puzle pateado por un nano. La gente de a pie, entre la que me encontraba, nos sentimos vagar por un mundo mágico del cuento de Oz. La gente pateábamos la calzada como si de normal no lo hiciéramos y nos hubieran dado un caramelo, que nunca más volviéramos a probar. En mitad de la plaza del Ayuntamiento dos autobuses: concedidos por la autoridad competente, servían, de marco y tela, para los grafiteros; aquellos que son perseguidos, de normal, por la misma autoridad competente. Un deleite para los sentidos de aquellos expresionistas que, relajadamente, sostenían los pinceles en alto delante de la Local. Éstos, locales, que de normal, persiguen porra en mano, a los grafiteros de los vagones de tren y rellenadores de paredes, persianas y muros, sin permiso vecinal.  Eso, en cuanto a los pateadores. En cuanto a los conductores... no os podéis imaginar el desaguisao que había en la calle San Vicente. Afluencia de vehículos en el centro de Valencia. Foto: Fernando BustamanteTodos dirigidos hacia María Cristina que, como sabemos, han cortado la mitad de la calle con vista a los Santos Juanes y el Mercado Central. Para volver a retomar la calle San Vicente, por la Avd. Oeste, y vuelta a empezar. ¡De verdad que nos lo tenemos que hacer ver por un profesional! Dado que en el Ayuntamiento hay poca gente que tenga un mínimo de interés por hacer las cosas bien. Los pateadores ya tenemos las aceras para recorrer la ciudad sin ningún tipo de peligro, como para hacer que los conductores: trabajadores, repartidores, visitadores... tengan que estar dando vuelta por el centro como en una noria o tío vivo. ¿Qué es un día? Si. Porque si fueran más, algunos renunciaban a volver a la capital por una larga temporada. No veo que por un día se tengan que hacer semejantes tonterías con la ciudadanía, que vemos: cada día más, como nos hacen la vida imposible los unos y los otros, de las administracciones públicas. Ya está bien de que cada uno que viene o se va, tenga que ir jodiendo la marrana para comunicarnos sus malas intenciones. ¡Si ya las conocemos! Ya no nos engañan con tanto trasiego y desamparo para los que pagamos los impuestos correspondientes. ¿O es que los conductores ese día no lo pagan, se lo rebajan de los impuestos o tasas? ¡Ya está bien de ningunearnos en nuestra vida cotidiana! Si en las administracciones no tienen trabajo que hacer..., que se tomen días libres o se vayan de compras como las trabajadoras de la Ciudad de la Justicia: que iban, fichaban, y se largaban por la misma puerta. Aún asi, saldremos ganando.

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