miércoles, 26 de noviembre de 2014

los misterios de Dios

El 5 de julio de 2011 Santiago de Compostela amanecía con la desaparición del Códice Calixtino, un valiosísimo manuscrito del Siglo XII que llevaba 800 años a buen recaudo: El robo era obra de alguien cercano a la Catedral.
Un año de investigaciones y pesquisas después, el 3 de julio de 2012, Manuel Fernández Castiñeiras, un electricista que había trabajado para el cabildo, fue detenido camino de la catedral. Ya en prisión, Castiñeiras pide que le den un rosario: “Con eso podré aguantar lo que sea”. Mientras, la policía registra un garaje cerca de su casa familiar y encuentra dos millones de euros y, oculto entre cuatro bolsas de basura, el Códice Calixtino que llevaban un año buscando.
¿Encontraron algo más valioso que el Códice los agentes aquel día?
Fuentes cercanas a la investigación aseguran a INFOVATICANA que en el registro del domicilio de Castiñeiras se encontraron además 31 libretas de tapa azul. Según las mismas fuentes, en esas libretas el electricista de la Catedral de Santiago relataba los encuentros sexuales entre sacerdotes, miembros del Cabildo catedralicio, además de relaciones sexuales con monaguillos de la Catedral. Según las mismas fuentes, el contenido de esas 31 libretas comprometería gravemente a medio centenar de personas, incluidos sacerdotes de la diócesis.
¿Cómo tuvo conocimiento Castiñeira de esas prácticas sexuales?
Según ha podido confirmar INFOVATICANA, el electricista, que mantenía una estrecha relación de amistad con el déan de la Catedral de Santiago, José María Díaz Fernández, tenía acceso a todas las dependencias de la catedral e incluso tenía en su poder cuando fue detenido las llaves de todas las habitaciones del Seminario Menor, que se encuentra a menos de diez minutos andando de la Catedral.
El 14 de febrero de 2013 Fernández Castiñeiras presentó en el juzgado que instruye su causa un acta de manifestaciones manuscrita de 15 folios en la que el ex electricista denunciaba esas prácticas sexuales además de supuestos robos cometidos por miembros del entorno catedralicio.
Sin citar nombres, algo que sí hace en casi todos los múltiples relatos que incorpora en el manuscrito, el ladrón del Códice Calixtino cuenta por ejemplo que entre los curas formadores del Seminario compostelano había algunos que visitaban a los seminaristas y que, aprovechando que era verano y muchos dormían solo con la ropa interior puesta, «les acariciaban el pene o el culo según en la postura en que estuviesen y si alguno abría los ojos le decían: ‘¡Hay que taparse que te va a coger el frío!’. Los seminaristas me contaban que los formadores vivían allí con ellos», relata Castiñeira en el manuscrito, según recogió La Voz de Galicia el pasado mes de febrero.
También, según la misma fuente, Castiñeira cuenta cómo había «una enemistad tremenda» entre el canónigo que tenía una relación con un hombre y otro miembro del cabildo «debido a que ambos estaban enamorados» de un chico «que era seminarista en el Seminario Mayor». Relata cómo presenció que uno insultaba al otro «por intentar quitarle la pareja [...], eso lo escuché personalmente, como le decía ‘¡tú me sacas a ese chico!’».
Otro de los relatos sexuales se refiere a un sacristán que «al acercar el cordón por detrás» a los dos canónigos que se peleaban por el mismo chico «estos le agarraban fuertemente las manos y se las acariciaban sin dejar que se soltara, marchándose diciendo ‘asquerosos’ porque siempre tuvo novia y no es homosexual». Fernández Castiñeiras afirma que él mismo presenció aquellos episodios, pero que también escuchó las quejas del sacristán sobre «los tocamientos de los canónigos».
En el texto hológrafo, Fernández Castiñeiras aseguraba que “la gente nunca se enterará de la tristura (sic) que he sentido durante años al contemplar, por haberlo visto cuando iba a rezar, cuando iba a tomar un café, o cuando me lo contaban los propios protagonistas en la confianza, que ni la pobreza ni la castidad existe en algunas personas que se les supone”.
Máxima preocupación
El próximo día 1 de diciembre comenzará en Santiago el juicio por el robo del Códice. Según ha podido saber INFOVATICANA de fuentes directas, los obispos gallegos temen que la defensa de Castiñeiras “trate de enmerdar el proceso con asuntos que nada tienen que ver con el Códice”.
Y su preocupación está más que justificada: de salir a la luz pública el contenido detallado de las libretas el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, se encontraría en una situación insostenible, y se podría ver obligado a presentar su renuncia al Papa, máxime cuando según afirman algunas fuentes cercanas al juicio, el propio arzobispo podía haber tenido conocimiento de la existencia de estas libretas y de su contenido hace más de dos años. 
 ¿Quién tiene hoy esas libretas en su poder?¿Tiene algo que ver el silencio de los obispos gallegos ante la ley homosexualista de Feijóo con este asunto?¿Y la elevación, por parte de la Diócesis, de la petición de pena de prisión para Castiñeiras de 15 a 31 años?
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Parte del manuscrito de Castiñeiras

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