faltan más

éstos son algunos de los que desempeñan el papel de pedarastas de la Iglesia de Pedro, de Pablo o de Franc. La cuestión es que gracias a ellos muchos niños han conseguido vivir el Infierno en sus carnes, gracias a los representantes de Dios en la Tierra. ¡Menudos memos que somos!Y ésto nos pasa porque no aprendemos a dar ostias como panes redondos. Menuda gentuza se junta en el sagrado domicilio papal, en el Vaticano. 

-"Dejaz que los niños se acerquen a mí" -dijo Jesús a sus discípulos. 

Y de esta enseñanza ampliaron el conocimiento: unos hacia el toqueteo infantil y los otros a esperar que se acercaran las madres de los mismos pezqueñines. -"Pezqueñines no, gracias": -rezaba el anuncio-; pero ya era demasiado tarde, se habían acostumbrado a meter la mano por debajo de las ropitas infantiles, inocentes, para tocarles sus diminutos cuerpos y sexos. Y así hasta nuestros días, sin ningún atisbo de rubor o miramiento alguno.

Gracias a la denuncia de un abusado sexualmente, el abusador con nombre y apellidos: Francisco Javier Martìnez (Arzobispo de Granada) no ha aparecido esta mañana por la Conferencia Episcopal. 

-¿Por qué será? 

-Pues os lo voy a decir-: porque ha ido la policía a buscarlo y está en paradero desconocido. 

Y yo me pregunto: ¿si no es pecado y no es delito, por qué desaparecen del domicilio?

Queda claro que en el Vaticano -y no nos cansamos de decirlo-, no adoran al Dios que predican, sino

al opositor. Pero lo hacen porque el Dios que nos "creó" es un muermo de cojones; mientras que el otro hace de su capa un sayo y disfruta de los parabienes del otro sin miramiento ni tope. A todo lo que se mueve hay que tirárselo. Y se lo tiran. Así sin más. Eso sí con coquetería, con buenos modales, que para eso tienen que aprender mucho y atraer a la presa a la sacristía. 

¡Hijos de la gran puta! Merecéis lo que la Inquisición hizo con algunos Templarios: meteros una barra de hierro al rojo por vuestro ano místico e infernal.