miércoles, 19 de noviembre de 2014

el bueno de Franc

estos días ha salido del Vaticano la orden papal de disponer a dos curas pederastas ante la justicias.¡Qué bueno es Fran, va a cambiar la política de la Iglesia! ¿Por qué?, por dos motivos: el primero porque necesita una limpieza de mierda pederata, cara a la ciudadanía del mundo que ha visto como la casa de Pablo y no de Pedro, se llena de miseria humana hasta los frescos de Miguel Ángel. Y segundo, porque Franc es argentino, y éstos son más papas que el propio papa.
Lo que sabe también el Papa es que la mierda la manejan y distribuyen las dos sectas que compone la cristiandad o el Vaticano: el Opus Dei y los Jesuitas. Ambos manejan todos los asuntos de armas, prostitución y drogas, y no ha nacido nadie en el mundo que pueda meterse con ellos porque, hasta el mismo Franc, está dentro del cotarro.
Ratzinger visitaba a su camarero en la cárcel, condenado por haber robado documentación secreta del Vaticano con un informático, que se mantiene desaparecido, y que compromete a la secta católica en todas las causas por blanqueo de dinero de la mafia, tráfico de drogas y armas y decenas de miles de escándalos de abusos sexuales, explotación laboral y fraude económico en todos los países donde se halla implantada. La prensa fascista vendió que Ratzinger perdonaba a su secretario, le amnistiaba y le enviaba a casa. Y ahora, pocas semanas después, dimite, con razones tan increíbles como ridículas cuando la gerontología le mantiene en mejor estado que a cualquiera de sus centenares de antecesores. Miente, y todos lo sabemos.
 Porque en realidad los papeles sucios del Vaticano siguen en manos de sus sustractores, el camarero y el informático, y son ellos quienes le obligaron a dejarle libre y ahora a dimitir si no quiere su secta que esos papeles salgan a la luz o vayan a parar a manos de los fiscales italianos que investigan sus conexiones con la mafia y el blanqueo de dinero negro del narcotráfico, la prostitución y la venta de armas.
O de las decenas de organizaciones que investigan y han condenado con indemnizaciones mil millonarias a miles de abusados, explotados, violados e incluso castrados y asesinados.
LA HERENCIA DE RATZINGER
Llegó al Vaticano de la mano del también nazi y genocida Wojtyla, el payaso del atentado con el mismo guión del fascista Reagan, protector de Maciel el violador de sus propios hijos y fundador de la secta criminal de los Legionarios de Cristo y de miles de pederastas y violadores, y con fama de ser un viejo retrógrado, reaccionario, inmoral, colaborador con la mafia y protector de pederastas como su propio hermano, abusador del Coro de los Gorriones austríaco.
Durante su mandato, en la misma línea nazi, reaccionaria y corrupta, han salido al descubierto sus conexiones con la mafia y el blanqueo de dinero del narcotráfico, la prostitución y el crimen organizado, la fortuna y acciones en compañías farmacéuticas y fábricas armas como Beretta, la de la mafia, o su continuada protección -a pesar de las disculpas cara a la galería de sus fanáticos 'creyentes'- los crímenes y violaciones de niños y niñas o la explotación de trabajadoras desde EEUU e Irlanda hasta Alemania, Holanda y Austrália, sumando decenas de miles de casos y implicando desde cardenales hasta obispos y todas sus sectas, desde los maristas a los salesianos, pasando por los jesuitas y el Opus Dei.
 E incluso en el comercio con niños robados en la España nazionalcatòlica, con monjas que se mueren sin papeles cuando más conviene, y siempre bajo la protección de un sistema político y judicial tan corrupto y criminal como la propia secta que lo nutre.
Esto es una pizca de lo que se pudre dentro del Vaticano y en la mente de Franc, el que echa a los leones del circo a tres, dos, o los que quieran de sus miembros embrutecidos de tanta maldad usada desde tanto tiempo.
¡Qué bueno es Fran, el Papa de los pobres!, que ha decidido hacer váteres en toda Italia para que los indigentes tengan dónde hacer sus necesidades y no les tilden de guarros a todos los italianos cuando los veraneantes tomen las filas interminables para entrar a ver la obra faraónica construida a base de donaciones obligadas a las putas de antaño, si querían seguir ejerciendo en los dominios de la Iglesia católica italiana. ¡Y luego sacan colores a la María Magdalena por ser también del ramo...
Algo huele a podrido y no son, precisamente, mis calzoncillos.

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