No me digáis que no es saludable el amorrarse a la puerta que nos comunica con el Edén donde el santo Adán ya conoció ese higo -que no manzana-, con un olor a fruta del bosque; en vez del vao natural a sudor, orina y otros agrios humores.
Como siempre nos encontramos con los opositores a todas las innovaciones que tiene el que no hace nada y si no lo hace, le llamamos vago.
Será un placer comerse todos los fines de semana un higo -que no chochito- con olor a fruta, eso sí, sin tropezones, por aquello de la escasa separación con el otro agujero negro.
Y a esta innovación se ha sumado la labioplastia, que es como unos labios de travesti, pero sin dentadura. En EEUU, como no, es furor entre las mujeres ponerse los labios vaginales abultados, duritos, y que no se parezca a nadie conocido, por aquello de la denuncia por copyreight. ¡Y cómo no vamos a estar locos de contentos los hombres, si nos lo ponen a huevo! Pues eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario