Hace aproximadamente tres años que llegó la prejubilación y con ella, nuevos puntos de encuentro y gente por conocer.
Sin dejar de visitar a los ex compañeros con los cuales suelo comer una vez por mes; me encontré un bar ideal al que acudir diariamente a charlar, mientras ingerimos nuestra primera comida del día. Los parroquianos somos siempre los mismos y, por ello, tenemos la charla más que asegurada porque ya sabemos por donde van a empezar los tiros. Y los nuestros van contra el gobierno y la Iglesia, en particular. Sin dejar de mirar aquellos cuerpos femeninos que suelen también acampar.
Pues bien, han tenido que pasar tres años para entablar conversación con el camarero Nicu, joven de Rumanía, ciudad Vaslui, dicharachero, amigo de sus amigos, protector de familiares, comprometido con el trabajo, y una educación paterna, de las que hacen historia. De las de antes. Al menos, eso es lo que aflora de su personalidad y hacer. De su vida privada no sé, ni me interesa.
Siempre que nos formamos una idea suele faltar a verdad y, por tanto, debemos forjar la contraria; cuando ves que lo pensado, yerra. Pues bien, no todos los del Este son ladrones de banco, butronean joyerías, atracan el furgón del dinero o tratan con blancas. ¿Podría? Si. Podría hacerlo. Pero tiene un mujer -tan joven como él- que no va con medias tintas. Ni rodea, cuando tiene que decir algo. Superan, con creces, las espectativas del medio donde se desarrollan, y las capacidades mentales para ser padres, proximamente.
De verdad que es un lujo conocer personas con mentalidades tan dispares, tan serias, tan enraizadas en sus costumbres y que las llevan a la práctica, porque saben que dan resultado. Es un lujazo poder charlar con ellos de cualquier cosa que lleves en mente, y están abiertos -de corazón- a cuantos acudimos a nuestro centro de reunión; a nuestro bar, por él regentado. Esto es una Oda a quienes, desde cualquier país del mundo se encuentren en éste, y sepan integrarse adecuadamente a las necesidades del país y leyes. Personas como éstas son las que reclamamos para nuestros negocios, amistades de nuestros hijos, y nuestra. Siempre se puede cambiar, yo espero que no. ¡Bienvenidos, y bienallados!Sé que a veces les aflora un atisbo de pequeña desconfianza tal vez, poso, de experencias pasadas. Yo no soy amigo de la pareja, ni ésto será comprendido como un intento de serlo. Sólo debe servir como agradecimiento a su labor y tranquilidad a sus cerebros.
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