viernes, 25 de abril de 2014

la máquina de la verdad

hemos de hacer, fabricar, idear, imaginar, una máquina que, disponiendo de todas las argucias legales, pueda presidir un juzgado social, civil, criminal, familiar, etcétera, etcétera. Sólo haría falta introducirle los datos por una ranura, a forma de bruja de feria, y te dijera insitu la condena de privación de libertad, falta y grado y multa a pagar. ¿Por qué una máquina? Porque los jueces cantan el cara al sol, o enrojecen sus caras dependiendo del acusado. España la han convertido unos y otros en el centro del disparate mundial. Y no es que el disparate no sucede en otros lares, pero estos lares eran longos, y parecía que nunca iban a llegar aquí. Pero han llegado y con ello se nos ha visto el plumero. Todos los jueces no son corruptos: todos los españoles tampoco lo son, pero los que salen a la palestra sí parecen tener cierta disposición a acoplarse -a sabiendas de su saber-, a las exigencias de algunos otros del poder. No contentos con eso, asumen su condición para entrometerse, por otros recovecos legales, a los albores de la política. Se asocian a determinados partidos nuevos compuestos de desechos y airados hombres de otras tendencias y que se niegan a abandonar porque la política es buena. Y sobre todo, si se la aplica o acopla al bienestar o privilegio de uno mismo. Da asco que estos mamones se aprovechen del desahucio mental del ciudadano, para arremeter contra la mierda que han estado tocando y expandiendo por doquier. De verdad que me importan una mierda los Elpido, los Garzón y sus santas madres. Lo que de verdad me importa es, que la justicia se imparta con equidad y sin prejuicios hacia las personas o presiones. Ya está bien de contentarse o contentar a otros por la carrera ejercida hacia el Poder Judicial. Si es la judicatura no es imparcial, debemos reconvertir a los jueces en jueces para la democracia y el pueblo. Y si notamos que toman las decisiones porque las carreras se las han pagado los papás y se deben al mercantilismo judicial, estamos perdidos. Que es lo que nos está pasando ahora. Yo solo digo: que la democracia establecida está puteada desde la justicia, como garante de verdad y equidad.

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