o sucede cuando por debajo de él (papa), hay obispos que se acuestan con señoras, y otros (como el Obispado de Orense) utilizan a los inmigrantes a estar las 24 horas a expensas de los caprichos y obligaciones del referido Obispado. Al parecer el salvadoreño quería, después de su jornada de trabajo (debía limpiar el edificio, atender la portería y el teléfono, servir las comidas y dejar listo el servicio de desayuno para el día siguiente, asear a los curas impedidos y estar disponible durante la noche por si alguien necesitaba alguna cosa) dormir fuera del edificio episcopal. Es por ello que le despidieron y el salvadoreño ha denunciado al Obispado, a través de los cauces reglamentarios. El sindicato gallego considera que el Obispado de Orense se “aprovechó del desconocimiento de la normativa laboral española” por parte del trabajador para explotarle, y denuncia que en las últimas semanas el ciudadano salvadoreño ha recibido llamadas amenazantes para que retire su demanda, en las que le amenazan de que si no lo hace, no volverá a encontrar trabajo en Orense”. El CIG cree que el trabajador sufrió una situación de sobre explotación y posteriormente de represión.
Así no va la Iglesia a ninguna parte. A dios rogando, y con el mazo dando. Toda la parafernalia que está utilizando el Papa con su cara redondita y nombre de santo, se la están tirando por los suelos los obispos calentorros, los pedófilos y los obispados: màs entregados al abuso y explotación, que en glorificar a Dios. Su Patrón. Toda una pantomima ancestral y patética que hay que destronar, como a los reyes. Ya va siendo hora que las mentes recapaciten y vean que, los que deberían dar ejemplo, dan ejemplo de lo contrario. Ya no nos vale: hacer lo que yo os diga, y no lo que yo hago. Porque eso no cumple con la Bíblia y postulado creyente. No sólo hay que parecer ser cura, sino guardando los preceptos que le obligan a comportarse como tal.
Ante tanta sin razón en la curia en general ha salido, además de exorcistas, obispos médicos que curan la homosexualidad, como el obispo de Alcalá: Juan Antonio Reig Plá.
¡Para santiguarse, oiga!
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