En la segunda guerra mundial me interesó sobremanera, conocer el papel que tuvo la mujer en ella. Siempre pensé -tal vez por oídas-, que sus aportaciones a las guerras eran voluntarias: hospitales, fábricas de armamento, reparto de alimento, maestras... etc. Sin embargo mi saber era poco y terminaba dulcificando lo que la realidad escondía.
Trece millones de mujeres solicitaron pertenecer al partido nazi. Medio millón de ellas, destinadas a las filas de las SS. Estas mujeres consiguieron un poder enorme y de ser enferneras, madres, esposas, se convertían en las peores asesinas del régimen. Las primeras matanzas cometidas por los nazis, fueron por manos de mujeres. Enfermeras que dejaban morir a los niños de desnutrición, o inyectándoles ampollas letales. Crímenes contra seres indefensos, mujeres, prisioneros a los que mataban después de violarlos... etc. Los crímenes cometidos por mujeres se iguala o supera a los cometidos por los hombres, y ninguna de ellas ha sido condenada o enjuiciada. Cabe reseñar que no solo las enfermeras cometieron esos abusos de poder, sino las secretarias y esposas de los miembros masculinos nazis. Muchos de los supervivientes del Holocausto identificaron a las personas
que los acosaron, violaron y torturaron como señoras alemanas que nuca
pudieron encontrar y desconocían sus nombres. ¿Quiénes fueron esas
mujeres que ensuciaron sus manos con la sangre de los prisioneros? Fueron tantas cosas las que sucedieron, que nunca sabremos la verdad de todas ellas. Sin embargo, no tomamos nota de lo acontecido y seguimos demostrando la violencia del poder en cualquier lugar del mundo. El Holocausto nazi sigue vigente en Ucrania, Siria, Egipto, España, Argentina, Venezuela, etc. etc.
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