lunes, 10 de febrero de 2014

qué buenas noticias

recibimos desde la sede central de la masonería, como es Suiza. Al parecer la ciudadanía helvética cierra filas a la entrada de más emigrantes: propios y extraños. Es curioso que aquellos que abrieron puertas y, globalizaron el mundo, ahora resulta que cierran puertas; ¡tienen miedo! a tanto individuo suelto por las calles, sin hacer otra cosa que delinguir. ¿Qué esperaban con tanta puerta abierta, que entraran los buenos? No. Los buenos han quedado en casa y son los malos de los que se desprenden los gobiernos, y los envían a otros destinos comunitarios. Es verdad que tenemos de todo. Hay personas que han venido y cumplen con los preceptos y leyes del país que les acoge. En su mayoría no es así. Y hasta los mismos compatriotas les recriminan su forma de comportarse en el país receptor. Tienen en mente el desarraigo del país de nacimiento y no se comportan aquí adecuadamente. ¿Por qué no se obliga a los gobiernos a cumplir con la obligación que su ciudadanía les reclama? ¿Por qué se han de desplazar de sus países de nacimiento, dejando sus famias detrás, porque su gobierno no les reconoce el derecho como ciudadano ruso, africano, español, etc...? ¿Por qué tenemos que aguantar que individuos andes descarriados por los pueblos, ciudades, campos, sin una meta fija que la de conseguir dinero para enviar a sus familias con problemas de hambre, frío... o vaya usted a saber? Estoy seguro que en los programas donde se dan cita los Super Eroes (G) solo se consigue descontrol mundial. Haciendo que la pobreza se extienda por el mundo, solo se conseguirá pobreza; y en esto están los helvéticos.

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