La vida. Esa conciencia de igualdad entre humanos. Ese hambre padecedor que unifica voluntades. ¡Quién no ha pasado hambre, no sabe lo que...
Hacen falta mentes saciadas para controlar a la masa. Hacen falta barrigas llenas para dominar a los desfavorecidos. Y éstos controlan sus mentes para no arrancar cabezas o vaciar barrigas.
La sangre no debe correr para que otros vivan bien. Pero éstos tienen miedo de que millones de bocas hambrientas les dejen sin comida.
Los poderosos de masas, los controladores de voluntades, dormitan como buitres o vampiros, en sus lujosos castillos, repartidos por los más oscuros recovecos o montañas impracticables. Estos individuos se alimentan de esas vanidades, mientras los demás vomitan las penurias más atroces. Cuando baje el Esperado, no va a tener a quién contar sus experiencias, porque a los virtuosos del poder, no les interesan, aunque lo divulguen, las igualdades sociales. Estas imágenes las hemos criticado día sí y otro también, y las habíamos dado por fiquinitadas; sin embargo representan la realidad de ayer y hoy. ¡Vamos mal!
No hay comentarios:
Publicar un comentario