da campanazo en la boda a la que acudió Felipe VI, en Palma. La Leti, ha declinado la invitación porque no debe tener mucha confianza con los novios. Felipe sí, porque es su ahijada y porque es muy amigo del padre y porque son regatistas de profesión, los dos. No debe ser fácil la vida de un monarca. Bodas, comuniones, bautizos, regatas, inauguraciones, premios: dados, recibidos... Luego se entera que en estos eventos vips, se encuentran algunas damas que figuran en la agenda de su padre. Y yo me presunto: ¿Cuánto dinero no valdría la agenda del emérito? Si algún día (Dios no quiera) le hiciera falta pasta, cualquier agencia le daría un saco lleno de billetes de 500. Debe ser la hostia reposar la mirada, por un momento, en la dichosa agenda. ¡Qué no haría Mariñas con ella en las manos! -Me refiero a la agenda.
Yo, por si acaso, no hubiera invitado a Rato por aquello de la mala suerte. Rato es a la suerte, como casarse con lluvia. Nadie en su sano juicio se casaría lloviendo; nadie en su sano juicio invitaría a Rato.
En fin, este año nos quedamos sin la foto de las niñas y la mamá Leti. Ha decidido que no posará para el comienzo se año de las clases de las niñas. Y, yo, la doy la razón. ¿Para qué cojones tiene la Leti que posar con sus hijas en el primer día de clase?, ¿para que un jodido contingente de marujas y pedófilos se enteren dónde se encuentran las niñas abandonadas de sus progenitores? ¡Basta, carajo,! que la Leti lo tiene claro. Sus niñas no posan porque no la sale del nabo. ¡A mamarla, niñato de la prensa! Y el que quiera saber se vaya a la Universidad. ¡Ala!
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