lunes, 18 de septiembre de 2017

lo que yo designé

como guerra psicológica... A la tercera guerra mundial la llaman "Guerra Tranquila". La solución a los problemas de nuestra época requiere un abordaje despiadadamente cándido, sin perturbar los valores religiosos, morales o culturales.
Ahora entiendo el comportamiento laxo del presidente del gobierno, a la hora de tomar decisiones políticas. Ha seleccionado este proyecto en razón de su capacidad de mirar a la sociedad humana con una objetividad fría, y aun de analizar o de discutir de sus observaciones y conclusiones con capacidades intelectuales similares sin perder la cualidad de discreción y humildad. Tales virtudes son ejercidas en su propio interés superior.
El mismo procedimiento independentista catalán.
Cuarenta años dándose por el culo, en espera de tiempos mejores.
A este cuadro grotesco, propiciado por el poder central y el autonómico, se le llama "Guerra Silenciosa". Armas que disparan situaciones; un toma y daca; una negociación en penumbras, donde nadie sabe qué se cuece entre ellos. Pero donde el público no se sienta atacado o sometido aunque, sí, manipulado, sin que se percate de ello.
Las personas se ajustan, aprenden a tolerar la repercusión y la presión psicológica y se van adaptando al resultado. Sea cual sea, la gente ya ha sido concienciada de una forma laxa y sin participación.

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