y la contraria en el mismo discurso.
Hay que decirle a Zapatero que él no derrotó a ETA. Realmente el que derrotó a ETA fue Aznar y estaban a punto de caramelo cuando sucedió el terrorismo en la estación de Atocha, en Madrid, el 11M, muy apropiado para el cambio de gobierno en las elecciones del 14 del mismo mes. Sangre derramada para la exculpación del pecado de asesinato de hombres, mujeres y niños. Lo que hizo Zapatero, el cómplice necesario para lavar la imagen de ETA, fue meterles en las administraciones públicas del País Vasco, para poder cobrar chantaje a los ciudadanos sin tener que jugársela con los Cuerpos del Estado, al mandar cartas de chantaje, a los empresarios. El lugar mejor y más propicio para enterarse de quién es quién en la comunidad vasca, controlar a los vascos, no entregar las armas, poner cremayera a los vascos en política... Y, lo mejor, ganar dinero que era lo único que les importaba a estos matones, asesinos, y que hoy se sientan, gracias al socialcomuismo, en el Parlamento español. ¡Qué gran logro del que presume Zapatero!, un imbécil expresidente del gobierno de España. Un presidente que lavó las cualpas a los etarras con el agua bendita de alguna que otra iglesia de Vascongadas. Como siempre, la iglesia, metida hasta el corbejón en las malas acciones que tanto le gustan a sus pacifistas meapilas bautismales. Los curas siempre han sido los señala objetivos a derribar...: aunque estos fueran personas. Tanto les preocupa las personas que siempre están con las mafias italianas, las españolas, los etarras, la logia masónica P2, y todas las que puedan ofrecerles sus servicios de forma clandestina.
Recuerdo se dijo que, cuando Aznar derrocó al socialismo, Felipe se llevó 2.000 millones de pesetas de las arcas del Estado español. Zapatero se ha llevado otro tanto, a la vez que se ha nombrado mediador en asuntos de países sudamericanos. Un bobo en la Corte del Rey, haciendo de mediador con Maduro y otros memos de ese calibre. ¿Mediador? Por Dios si era un negado para todo. Veía brotes verdes, cuando los tallos salían torcidos y marrones. Un inservible; otro inservible en la bancada socialcomunista.
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