viernes, 8 de noviembre de 2019

Marlaska se envalentona

como su jefe Sánchez, e intenta hacernos partícipes de la extradición de Puigdemont a España para ser aquí juzgado. Voluntades pongo en proceso de elecciones democráticas. Todo aquello que venga o devenga de esas elecciones, lo que se haya podido hacer será proporcional a lo que no se ha hecho, hasta entonces. La censura a Mariano ha sido la continuación de Sánchez en la más opaca y laxa, de las decisiones. Todo ministro de Interior que ha habido, sea el color que sea, se han pasado el compromiso adquirido por el forro de los cojones. Y no iba a ser menos el señor Marlaska. Y, como tengo observado, no se puede dar una Cartera Ministerial, y menos del Interior, como de Exteriores, a gente con problemas de identidad personal o, en su defecto, por defecto de fabricación. Porque nos lleva, irremisiblemente, a tomar decisiones erróneas, como irse a comer a Madrid, teniendo Cataluña ardiendo por los cuatro costados. Claro, que, bien mirado, hay que huir siempre de las quemas... Eso te lo diría un pirómano y un bombero, con solo preguntarles.
Creo que este ha sido uno de los discursos mejor planteados y mayor visto, desde la Eurocámara, por exministro Belga. 
Que nos tengan que corregir y situarnos política e históricamente, a los españoles, desde fuera, me parece sublime -por una parte-, descorazonadora -por otra. Pero hallo regocijo cuando veo que no los engañamos con nuestras jugadas de trileros.
Psicólogos españoles nos han prevenido sobre la doble personalidad de Sánchez y, sobre todo, de su narcisismo...; cuyo cuadro psicótico..., ha coincidido con el mío, así reflejado en otro post.

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