martes, 12 de noviembre de 2019

ha muerto otro rey

pero este no pertenece a ninguna monarquía española, inglesa, etcétera... No. Pertenece a una formación política que ha sido diana de las iras de la ciudadanía. Es verdad que de las iras de unos ciudadanos más que de otros. En Cataluña, estarán brindando por el pobre Albert Rivera. El tocahuevos de Torra, Torrent y todos los independentistas burriciegos de la izquierda, del comunismo. Ahora resulta que Albert era un tío cojonudo, un brillante político y maravilloso hombre de cercanía. Y esto lo dice la derecha cuando han sido todos ellos, PP, VOX, Ciudadanos, quienes han dado el batacazo al Hombre del momento, al Suárez del futuro. 
A la hora de elegir, los ciudadanos han decidido que fuera Rivera quien saliera del tripartito colegial. Porque, amigos, eran niños de colegio -delante de las cámaras de televisión- tirándose los trastos a la cabeza, en vez de lanzárselos a la izquierda, que para eso la tenían ahí. 
¿Cómo pueden hacer negocios tres formaciones que no se aguantaban entre sí? ¿Cómo se puede estar gobernando en determinadas comunidades, en tripartito, si se insultan ante la ciudadanía; si se quieren anular los unos a los otros? 
Albert Rivera ha sido un pardillo más, de los que mueren por sus propias ideas. Fantasías de niño bien, en un mundo multicolor y de hadas transparentes, de los mundos interiores del planeta Tierra. Pilares de la Tierra se le han derrumbado, y torrentes de lágrimas intentaban supurar -un atisbo de Sansón- en sus entrañas doloridas. Si hubiera podido gritar al viento (Enlil) su sangrante situación, lo hubiera hecho. Así, Zapatero, dejó en manos de Enlil, las llaves de Su reino. Otro que probó las hieles, los humores del Diablo, en el momento de firmar el contrato, tu compromiso de servilismo al Morador del Averno. 
¿Qué es si no la manifestación de los políticos del mundo? 
La recreación, la puesta en escena, de lo mental, que sucede en el Inferno. 
Qué es si no lo que están recreado -los CDR- en Cataluña: el fuego, esas caras sin rostros, esas miradas de odio surgidas desde pequeñas ventanas hundidas bajo viseras de tela. Zombis de mente y cuerpo; supurando drogas, alcohol y olores diversos, mezcla de miedo, adrenalina, éteres de sexo juvenil...
Se ha ido Rivera y aparecerá otro a ocupar su sitio. Y el nombre de Rivera se olvidará, aunque quede en los libros de historia su mención a la unidad, la libertad, y la confraternidad entre españoles. Nadie, sino uno mismo, sabe, lo que cuesta luchar, por lo que los demás ignoran.

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