Anoche escuché un cuchicheo femenino sobre los piropos, desmesurados o no, de los hombre hacia las mujeres. Es verdad que había una dicotomía entre las unas y las otras; más diría yo entre las que se sentían más guapas -por sí mismas-, y las que se sentían más feas y por tanto... -más del género feminista intolerante o rampante. De aquí que se desprenda la ideotez mal sana de las que no son piropeadas por los albañiles en funciones. Y, que a su vez, se empeñan en defender les lebianismo puro y duro de las chicas camioneras, de donde sale la siguiente noticia:
El manifiesto SCUM, escrito por la lesbiana Valerie Solanas, habla del exterminio de los hombres.Extraerles muestras de esperma y exterminarlos. Supongo que luego lanzar a los nacidos varones por el Monte Taigeto.
Un mundo con solo mujeres, altamente tecnificado, eso sí, para que la existencia de los hombres sea innecesaria.
Ignoro si harían lo mismo con el resto de las especies animales: exterminar a los caballos e inseminar a las yeguas, por ejemplo. No lo aclaran. O si llevarían su ansia feminazi hasta las especies vegetales sexuadas, cuyos miembros femeninos son los que muestran frutas, nueces o bayas. Y ahora que estamos en ello..., ¿no sería el Arca de Noé un laboratorio donde sólo los espermas: animales y vegetales, hubieran sido recopilados?
Es evidente que la mujer fue la precursora de la caída del Edén, de Sodoma y Gomorra, de la casa de mi suegro, y de la mía propia. Por tanto no echemos la culpa al piropeismo para meterse con los hombres; no lo necesitan. Nos damos por aludidos.
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