Podrían ser casualidades, pero ya hemos dicho muchas veces que las casualidades y las suertes se las encuentran los hombres comunes y corrientes; los hombres que formamos la base de la pirámide, que también pertenecemos a los judios masones.
Tendríamos que preguntarnos si pertenecemos a la misma secta satánica y maniquea desde los tiempos de Moisés. Deberíamos respondernos que sí. Porque, como hemos dicho, somos la base de la pirámide, de donde parten todas las demás castas (como le gusta decir a Pabro Iglesias), hasta el vértice de la misma: que representa a los mandatarios más oscuros u ocultistas del planeta. Amén de que existe los otros perro-flautas que gobiernan por mandato de esos "oscuros" hombres de negocios y asesinos.
Para ello, salen a la luz nuevas tendencias masonas, para conquistar con ellas las mentes de los borregos ciudadanos. Que nunca nos preguntamos de dónde cojones sale tanto cabrón junto -y no nos referimos al macho de la cabra.
Estos individuos, -me refiero a los chicos universitarios-, tienen la modestia de haber estado una parte de su vida alimentándose de las reglas de juego que tienen que poner en práctica una vez llegado el tiempo. Y como los jihadistas -células muertas- rejuvenecen cuando les dan la orden de partir hacia el campo de pruebas. Y como lobos hambrientos abren boca y enseñan colmillos, a gusto de sus amos. Pero no olvidemos que son todos ellos de la misma camada. Del mismo emblema y culto. Culto a Horus, a la serpiente, al macho cabrío de Satán y de cualquier descerebrao bajo astral que tengan engachado a sus sombras. ¡Menudos memos!
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