miércoles, 18 de febrero de 2015

algo de lectura

El libro “Intelectuales de consumo. Literatura y cultura de Estado en España (1982-2009)”, de José Antonio Fortes, es valioso como denuncia fundamentada. Señala a los personajes de la izquierda cultural, aupados al poder, el dinero y la fama, Joaquín Sabina, Luis García Montero, Pedro Almodóvar, Fernando Savater (primero anarquista y luego de derechas), Carmen Maura, Camilo José Cela, Almudena Grandes, Antonio Muñoz Molina, Rosa Montero, José Antonio Marina, Felipe Benítez Reyes, Luis Antonio de Villena, Elvira Lindo, Miguel García Posada, Luis Alberto de Cuenca, Maruja Torres, Javier Cercas, entre otros, promovidos por el diario El País, la cadena Ser y las televisiones ligadas a Prisa, los medios adoctrinadores por excelencia del progresismo en los últimos 40 años, actuar que se explica, también, porque entre los accionistas de dicho diario están, en la actualidad, el financiero G. Soros y el Banco de Santander. 
 Les denomina la “progresía”, “el rojerío”, unos virtuosos en “el arte de las subvenciones”, en atrapar sinecuras, galardones, regalías, premios, fielatos, ayudas, franquicias, inmunidades y momios procedentes de la Unión Europea, el gobierno central, las autonomías, los ayuntamientos, las Fundaciones de las grandes empresas, el aparato académico, ciertas embajadas, etc., etc. Por tanto, son los hacedores de una cultura inmunda, que se vende, que se prostituye.
Tienen “una ideología estatal capitalista”“a sueldo o nómina del Estado para una cultura estatal, de Arte y Estado”, cuya meta es “el negocio fácil y rápido”. Fustiga a “las mafias intelectuales”, a “la mafia roja”, devenida “mafia de la ceja”, en los tiempos de Zapatero, que se apropia de la considerable masa monetaria que la entidad estatal dedica a elaborar subproductos culturales y estéticos para consumo de la plebe, mera “quincallería”. 
Examina el caso de las revistas subvencionadas, tan abundantes en recursos pecuniarios como escasas de calidad y de lectores.
 El “pago por los servicios prestados” al Estado -por tanto a la patronal- ha constituido una burguesía cultural “roja” multimillonaria. Sus integrantes están “todos colocados”, en plantilla como “funcionarios e intelectuales orgánicos del sistema culturalista de Estado” creado desde y con la Constitución de 1978, obra sobre todo de la izquierda, el texto político-jurídico hoy vigente. 
 Se detiene en el análisis del Centro Lorca, abierto en Granada por la casta pedantocrática para rentabilizar crematistamente la memoria del autor de “Romancero gitano”, mostrando las crecidas sumas que maneja. De paso, propina un varapalo a Rafael Alberti, cuya obra tiene por “basura y miseria intelectuales”, y otro al propio Lorca, al denostar “el pensamiento reaccionario lorquiano”. 
Dando un paso más, cuantifica los considerables fondos otorgados a “los progres y rojos” por el gobierno neocón aznarista del PP. Esto coincide con otro dato, el mantenimiento por aquél de la legislación promulgada por la izquierda, lo que se ha vuelto a repetir con Rajoy. 
 No sólo son unos trincones sino que las y los integrantes de la intelectualidad izquierdistas se caracterizan, según Fortes, por “la ignorancia supina, la inlectura, la indocumentación, el vacío de cualquier ¿estudio? de la literatura, de toda investigación histórica y literaria”, siendo muy pobres sus obras en logros estéticos. Centra sus dicterios en Almudena Grandes, la novelista principal de la izquierda cuya obra es, ciertamente, ignominiosa. 
 Dedicado también a escrutar las desventuras de la cultura actual está “La mala puta. Réquiem por la literatura española”, de Miguel Dalmau y Román Piña. Merece la pena reproducir una frase del primero, “nuestro país ha bajado el listón en todo, salvo en incultura, grosería, frivolidad, falta de ética y estupidez”.
Estaba seguro que esto tendría que llegar de las plumas que crean letras y cultivan la masa encefálica. Aún, creo, es o son pocos los que amartillan las mentes de nuestros incultos políticos. Lo malo es que ellos no tienen masa encefálica donde germine algo.
De un 5,5 a presidente del gobierno. ¡Así nos va!

No hay comentarios: