El libro “Intelectuales de consumo. Literatura y cultura de Estado en
España (1982-2009)”, de José Antonio Fortes, es valioso como denuncia
fundamentada. Señala a los personajes de la izquierda cultural, aupados al poder, el
dinero y la fama, Joaquín Sabina, Luis García Montero, Pedro
Almodóvar, Fernando Savater (primero anarquista y luego de derechas),
Carmen Maura, Camilo José Cela, Almudena Grandes, Antonio Muñoz
Molina, Rosa Montero, José Antonio Marina, Felipe Benítez Reyes, Luis
Antonio de Villena, Elvira Lindo, Miguel García Posada, Luis Alberto de
Cuenca, Maruja Torres, Javier Cercas, entre otros, promovidos por el
diario El País, la cadena Ser y las televisiones ligadas a Prisa, los
medios adoctrinadores por excelencia del progresismo en los últimos 40
años, actuar que se explica, también, porque entre los accionistas de
dicho diario están, en la actualidad, el financiero G. Soros y el Banco
de Santander.
Les denomina la “progresía”, “el rojerío”, unos virtuosos en “el arte de
las subvenciones”, en atrapar sinecuras, galardones, regalías, premios,
fielatos, ayudas, franquicias, inmunidades y momios procedentes de la
Unión Europea, el gobierno central, las autonomías, los ayuntamientos,
las Fundaciones de las grandes empresas, el aparato académico, ciertas
embajadas, etc., etc. Por tanto, son los hacedores de una cultura
inmunda, que se vende, que se prostituye.
Tienen “una ideología estatal capitalista”“a sueldo o nómina del Estado para una cultura estatal, de Arte y
Estado”, cuya meta es “el negocio fácil y rápido”. Fustiga a “las mafias
intelectuales”, a “la mafia roja”, devenida “mafia de la ceja”, en los
tiempos de Zapatero, que se apropia de la considerable masa monetaria
que la entidad estatal dedica a elaborar subproductos culturales y
estéticos para consumo de la plebe, mera “quincallería”.
Examina el caso de las revistas subvencionadas, tan abundantes en recursos pecuniarios como escasas de calidad y de lectores.
El “pago por los servicios prestados” al Estado -por tanto a la
patronal- ha constituido una burguesía cultural “roja” multimillonaria.
Sus integrantes están “todos colocados”, en plantilla como “funcionarios
e intelectuales orgánicos del sistema culturalista de Estado” creado
desde y con la Constitución de 1978, obra sobre todo de la izquierda, el
texto político-jurídico hoy vigente.
Se detiene en el análisis del Centro Lorca, abierto en Granada por la
casta pedantocrática para rentabilizar crematistamente la memoria del
autor de “Romancero gitano”, mostrando las crecidas sumas que maneja. De
paso, propina un varapalo a Rafael Alberti, cuya obra tiene por “basura
y miseria intelectuales”, y otro al propio Lorca, al denostar “el
pensamiento reaccionario lorquiano”.
Dando un paso más, cuantifica los considerables fondos otorgados a “los
progres y rojos” por el gobierno neocón aznarista del PP. Esto coincide
con otro dato, el mantenimiento por aquél de la legislación promulgada
por la izquierda, lo que se ha vuelto a repetir con Rajoy.
No sólo son unos trincones sino que las y los integrantes de la
intelectualidad izquierdistas se caracterizan, según Fortes, por “la
ignorancia supina, la inlectura, la indocumentación, el vacío de
cualquier ¿estudio? de la literatura, de toda investigación histórica y
literaria”, siendo muy pobres sus obras en logros estéticos. Centra sus
dicterios en Almudena Grandes, la novelista principal de la izquierda
cuya obra es, ciertamente, ignominiosa.
Dedicado también a escrutar las desventuras de la cultura actual está
“La mala puta. Réquiem por la literatura española”, de Miguel Dalmau y
Román Piña. Merece la pena reproducir una frase del primero, “nuestro
país ha bajado el listón en todo, salvo en incultura, grosería,
frivolidad, falta de ética y estupidez”.
Estaba seguro que esto tendría que llegar de las plumas que crean letras y cultivan la masa encefálica. Aún, creo, es o son pocos los que amartillan las mentes de nuestros incultos políticos. Lo malo es que ellos no tienen masa encefálica donde germine algo.
De un 5,5 a presidente del gobierno. ¡Así nos va!
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