hace escasamente una hora que Sánchez ha jurado lealtad a la Corona y a la Constitución, como Presidente de Gobierno. Como mandan los cánones. Sin embargo se ha negado a jurar delante del crucifijo. Por mi esposa, -ha dicho-: me niego a jurar delante de un crucifijo. Ese crucifijo que tantas juras ha presenciado. Pues bien, el crucifijo ha tenido que abandonar la sala muy a su pesar. Una vez que han resuelto el tema de la jura y se han dado los besos (sin lengua) correspondientes... el chaval se ha ido a casa muy contento y silbando el Himno Nacional; pero bajito. Muy bajito porque Iglesias va detrás de él para saber qué está haciendo dado que no se fia de la cuadrilla y eran padre e hijo.
Sánchez ha tenido a todo Dios metido en el Congreso, dándose caña hasta hacerse sangrar en pleno día de Reyes Magos y Fiestas de Guardar, y resulta que ahora le sobra tiempo para fardar, delante de la chacha y señora de compañía, de su investidura y experiencia casi de éxtasis, como Teresa de Jesús. La investidura, la jura, y el tarareo del himno nacional, le ha puesto como un toro de miura mirando al tendido. Con razón de que no se fiara Iglesias. Sánchez es un Casado, disfrazado. Que, a su vez, Casado es la fina estampa caraturesca de un Abascal cualquiera.
Bien;
Sánchez se ha largado de vacaciones a seguir viendo flamencos, a Huelva. Es el único animal que se le acerca un poco. Ambos altivos y altaneros, delante de un espejo. Sánchez se mira en el retrovisor del Falcon, y el flamenco en el agua mientras draga el lodo del lecho de las marismas.
Realmente los españoles deberíamos dar las gracias a sus padres por haber traído a ese espécimen al mundo. Nunca el mundo hubiera existido, si no hubiera nacido Sánchez. Buscar más calificativos del placer de verlo, es quedar en el exilio de lo que no se pudiera escribir. Demos nuestros tesoros más preciados a la Iglesia que tuvo el gran placer de poder bautizarlo como un cordero más, del rebaño de Franc.
Luego dicen que los milagros y las conjunciones no se dan en casos como este, y encima, en Navidad. Es seguro que Sánchez ha guardado el momento e instante correspondiente, para ofrenda a su Ángel de la Guarda. Alguien debe de haberle asesorado sobre el día, més y año, que le eran propicios para el sacrificio de la Presidencia. Y le ha salido redondo. Ahora a descansar y a dejar que los acontecimientos se solucionen solos. Como Rajoy. Cuatro años pasan pronto y hay que ir tomando conciencia y notas para el próximo libro de sus memorias. Como Rajoy.
Bien, pues;
ya tenemos presidente en funciones. Que Dios nos coja confesados.
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