está allí de vacaciones y, de paso, mimetizado de phoenicopterus, ave muy flamenca, como Sánchez.
Desde allí -y viendo la miasma que está ocasionando las negociaciones-, ha mandado misiva a todos los presidentes de las formaciones políticas para que se personen, in situ, inmediatamente.
Ha dejado caer que, el Rey, le ha dejado en su puesto real y, por ello, ordena a todos las fuerzas política a que se personen en Doñana a la mayor brevedad posible. No vale echar la culpa a los niños o a la suegra, de la tardanza en llegar. Más que nada, porque si no van a Doñana en las fechas que ha marcado...: les llamará desde el Peñón por haberse personado a saludar al amigo inglés. Un amigo muy amigo de los separatistas catalanes. Y, todo aquél que está contra los españoles, es amigo de los españoles catalanes independentistas.
¿Lo entendéis?
Los españoles catalanes..., tampoco.
A tenor del saludo hispano-sajón:
¿Por qué no entran los negritos en el Peñón?
Bien;
decíamos que Sánchez ha ido a Doñana a contar los flamencos uno por uno y a fotografiarles uno por uno. Se ha hecho ovnitólogo, porque alguien le ha comentado que la belleza y el porte de esas aves es oriundo de las Pléyades. Al igual que Torra, Torrent, Puigdemont y otros tontos del montón, y Junqueras... A, Junquras-no-le-dejan-salir-al-pati, es el capitán de todos ellos. Se le distingue por los ojos azules, los cabellos dorados y largos, la tez tirada al oro, altos, delgados, y de gimnasio: fibrosos y anabolizantes. Igualitos que Junqueras. Y ahí está el muchacho Sánchez con un trabajo desbordante en sus noches de luna, sobre las aguas negras de la marisma huelvana. ¡Qué noches de canto a ese toro enamorado de la Luna!
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