la vida es un retroceso de los seres que vivimos sobre el planeta.
Si así no fuera... Valencia..., no sería un estercolero en sus calles y plazas, y a mí no me hubieran intentado robar tres veces marroquíes infectos de mierda. Ni tendríamos a negritos comentar que los españoles le chupan la polla. Unos negritos que vienen con una mano delante y otra detrás y a los dos días disponen de móviles última generación y ropa de marca. Presumiendo de coche que muchos chavales españoles no se pueden comprar.
Señor Alcalde...,
¿me lo puede usted explicar?
Qué memo puede llegar a ser una persona al que le cuelgan el cartel de Alcalde. En este tiempo que corre ha pasado a ser de propiedad intelectual, solo, de los disfuncionales funcionarios.
Oooooo, así nos va con tanto inteligente noqueado en las aulas.
Señor Alcalde,
el jueves pasado, fiesta, y ante la cantidad de extranjeros que pululaban por la calle Serranos a provisionarse en las tiendas abiertas de comida, se instalaron dos marroquíes a robar cuanta cartera y bolso pudieran sustraer, ante la cara impávida de aquellos que, dándose cuenta de que a un transeúnte le están robando dos individuos por detrás...: pasan de decir nada por si les navajean en cualquier esquina o centro de la ciudad. Otra de las cualidades o Currículum universitario de la calle, que dispone esta maravillosa gente que ha venido a contribuir, a levantar España.
Si va usted a traer toda esa porquería de gente a Valencia, por favor, no reciba turismo a sufrir las consecuencias. Porque este tipo de comportamiento suyo, lo pagamos los valencianos. Y se paga a corto y medio plazo, porque los mensajes boca-oreja se pasan con bastante rapidez. Y, por desgracia, Valencia, como el resto del Mediterráneo, vive exclusivamente del turismo. Que el día que éste se interese por otros destinos, usted, se va a comer los mocos.
Por favor,
no sea usted tan Alcalde y sea más vecino.
No se le pide que vaya dando la mano y haciendo el gilipollas por la calle... Ni que tenga que llevar 14 de sus chicos de escolta... Los etarras ya son amigos de ustedes. Ya no hay que temerles. Ya coméis del mismo plato. Ya tenéis las manos manchadas de sangre sin haber empuñado un arma o artefacto explosivo.
De verdad que dan ustedes vergüenza. Pero tienen la suerte que la vergüenza no puede medirse, de momento. El día que haya medidores, tendrán que abandonar España.
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