Mariano Rajoy no le dá tiempo para tanto como quiere destacar. El pobre hombre, Mariano, está trabajando en un plan para reconciliar a los ciudadanos con los políticos. Cuando tiene a los políticos robando a manos llenas e imputados por los cuatros costados de la geografía hispana. Mucho, me parece a mí, le va a costar tamaña campaña de prestigio cuando es el desprestigio ganado a pulso de los señores políticos, el tic de la cuestión. Y él, Mariano, expresamente, no es la excepción a la regla.
Pienso que, antes de andarse con zarandajas, debería poner en orden y justicia las promesas de campaña que se evaporaron en una noche de transición. Es este caso no cabe el dicho de: "las palabras se las lleva el viento", porque Don Mariano suele leer todo lo que sale por su boca, por lo tanto en algún borrador deben estar escritas las palabras pronunciadas en las elecciones.
Un nuevo fiasco de intenciones hacia la ciudadanía que no se lo va a perdonar mientras viva.
¡Abur, Mariano, que te den por donde amargan los PPinos; y que se cumplan los deseos de aquellos amigos tuyos que hoy no dan por tí ni una moneda de céntimo!
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