San José vuelve a llenar las calles de Valencia con monumentos corpóreos de las últimas cenizas (como el Ave Fénix), y algarabías múltiples.
La ciudad se llena de nuevos y viejos visitantes que adoran las fallas y la capital.
Los valencianos se engalanan, ¡cómo no! ante su Virgen, y la llenan de delicadas y diversas flores de la cabeza a los pies, bien plantada, en la misma plaza.
Hay mucha gente que pregunta cuándo se quema esa falla, creyendo que el armazón de la Señora, se restaura cada año.
¡Pues no, señores!, ese armazón pertenece a la misma Dona y solo se le engalana con bellos tocados del color de los ramos que portan los falleros y falleras. Lo curioso de caso es, que las flores van entrando con relación a los diferentes ribetes y tonos, que ha de llevar el vestido que engalana a la Dama. Y cada año cambia el vestido, que no su rostro; del modo como cambia la gente que viene a verla.
Felices a todos los josé y Josefas y que las fallas os sean propicios.
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