mujer se quema a lo bonzo en la calle Sagunto de Valencia.
Dos dotaciones de bomberos no han sido capaces de apagar el fuego que salía por la boca de la mujer.
Al grito de, "La Iglesia no nos deja comer la almeja" y "la talla 48 nos aprieta el chocho"...han decidido llamar a un sacerdote de la parroquia más cercana. El mismo sacerdote le ha practicado un exorcismo duro, duro, de los de agua bendita y crucifijo en ristre, pero... nada. No ha servido de nada. Y es que la fecha de ayer fue muy dura: critican los bomberos y el cura. Cura que ha estado en la vorágine de la dictadura catalana y que, en Valencia, ha hecho neceser sus servicios por las consignas demoníacas y porque tiene experiencia adquirida en sus batallas contra el demonio Puigdemont. Demonio que tentó a Jesús y que ha conquistado a la mitad de la curia catalana.
El cura ha comentado sentirse cansado de su presencia en todos los saraos de los cuatro puntos cardenales de España. Pero se debe al Papa. Y, Franc, es sagrado. Es el único que puede conseguirles los polvos blancos de Ariel.
Y sigue
Con Franco estaba mejor. ¿Era dictador? Sí. Pero sin sobresaltos. Esto que sucede actualmente en la península proviene de los infernos más escatológicos. La lucha contra el Maligno produce ceguera y un cierto desvarío a colocarse rosas moradas en el pecho, sintomatología que ha padecido el presidente del gobierno de la destartalada y cochambrosa España. Qué tiempos aquellos... -se le ha escuchado evocar.
Total
que el día de ayer ha dado mucho de sí y para sí, a determinadas individuas que han hecho de su coño sable, y del abandono del trabajo: fiesta feminazi. ¡Con un par!
Y los hombres estúpidos, mariacontecidos, mariacomplejados, mariafeminados, se colocan sus rosas y se dan baños de feministas con aquellas que les denuncian si les dices "hola".
Nunca un hombre ha sido tan gilipollas, en España, desde la presencia en la política de los hombres de negro comunistas.
¡Vivir para ver!
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