¡Mira que hemos tenido que pasar los españoles, y lo que estamos pasando!
El Rey nos ha puesto siempre a los españoles en un brete, allá donde ha puesto el huevo. Literal. Nos ha puesto el huevo -que sepamos- en dos ocasiones, y los polluelos han venido a reclamar paternidad.
¿Es posible que la Reina no supiera nada de las batallas de alcoba de su esposo?
Me cuesta creerlo. Como me cuesta creer a su hija Cristina cuando no sabe no contesta de las quitas de su esposo, alias "El Empalmado" y la Ong Nóos.
Ellos operan y el pueblo divaga. Construimos castillos en el aire por desconocimiento de los actos y consecuencias de los monarcas. Y, al tiempo, nos damos cuenta que los casados nunca lo estuvieron maritalmente y que, lo que vino del desencuentro, sea o no suyo.
1978 parece quedar lejano en el tiempo y sin embargo, no lo está tanto. Cuando de aquellas primaveras, veranos y otoños quedan restos de ADN, la nostalgia y sucesos están presentes. Como presente está la muerta mente en la cabeza de los españoles. De aquellas multiplicaciones, estas divisiones; y la grey camina de cabeza sin penas ni glorias.
¿Qué hemos conseguido los españoles con tantos cambios, tantos avatares para una nación como es España?
No hemos conseguido nada. Porque nada hay en la pérfida mente de aquellos que la han venido gobernando a su antojo y provecho. Secas mentes de políticos...; muertes neuronales del pueblo amodorrado, acomodado. Y ese ha sido el fusilamiento de las huestes españolas: el desconocimiento o falta de conocimiento de sus gobernantes y sus entuertos. De eso se han servido nuestros mandatarios desde la Guerra Civil Española, hasta la fecha. El resplandor del sol que representa la Monarquía no ha lucido en los blasones ni con su presencia, opacada por sus muchas correría en tálamos y cacerías virginales.
Hoy me hastía tanta vagina carente de órgano inseminador,/ que preñe y enluzca su oscura oquedad./ Siento tal vacío comprimido que,/ en la presencia,/ me sirve de suicidio-auxilio reparador./ Sé que aquello que a mí vino reclamando atención...,/ son desgarros sin fundamento en este cuerpo ya mayor./ Creí poner la voluntad al servicio de la persona/ y los pasos estaban marcados./ Yo por un lado,/ el destino por otro./ Dos senderos./ Dos caminos,/ un conocimiento y,/ un solo olvido.
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