Mario Díez, letrado de ocho de las trece presuntas víctimas de Cabezudo, ha estallado después de las múltiples irregularidades jurídicas que salpican una instrucción se prolonga desde hace más de cinco años sin resultado alguno. No en vano, la actuación de la magistrada Ana Isabel Pérez Asenjo le ha valido varias querellas por prevaricación.
En un vídeo-denuncia grabado por el propio abogado, Díez asegura que el material pornográfico producido, editado y distribuido por Cabezudo, en el que aparecen algunas de las denunciantes, sigue disponible en páginas eróticas de Internet por el módico precio de 14,95 euros, a pesar de las reiteradas peticiones de bloqueo de dicho contenido a "policías, jueces y fiscales".
En un vídeo-denuncia grabado por el propio abogado, Díez asegura que el material pornográfico producido, editado y distribuido por Cabezudo, en el que aparecen algunas de las denunciantes, sigue disponible en páginas eróticas de Internet por el módico precio de 14,95 euros, a pesar de las reiteradas peticiones de bloqueo de dicho contenido a "policías, jueces y fiscales".
El letrado de la acusación sostiene que ha recibido información que identifica a Cabezudo como un eslabón más de una presunta red de abusadores sexuales de mujeres menores de edad, operativa durante más de una década en Guipúzcoa, una red en la que participaron "políticos, banqueros, jueces y empresarios de mucho poder".
Esta vez, no. No es un golpe más de las fuerzas de seguridad contra las redes que se aprovechan de la desprotección de mujeres menores extranjeras, quienes, una vez en España tras ser captadas con falsas promesas de empleo, son obligadas a ejercer la prostitución. La 'operación Simpático' de la Guardia Civil ha revelado que en el submundo de la pederastia y el proxenetismo también existen redes que explotan a menores nacionales, que, tras ser fichadas a las puerta de sus propias casas, son secuestradas y terminan obligadas a convertirse en trabajadoras sexuales a destajo. Y todo, sin salir de España. El eje de esta red de explotación de niñas era Huelva-Madrid-Orense.
La red extendía sus tentáculos por tres provincias. La primera era Huelva. Allí, los proxenetas se encargaban de 'captar' a las adolescentes. Buscaban niñas españolas desarraigadas o con problemas familiares. El 'gancho' era que los miembros de la red tenían contacto con el entorno de las jóvenes. Las falsas promesas pasaban por ofertas de trabajo en Madrid.
La segunda base de la red de trata de niñas era la capital de España, de donde procedían la mayoría de los detenidos. Cuando las menores aceptaban la 'oferta' de los proxenetas comenzaba su pesadilla. Antes de llegar a Madrid, los explotadores les quitaban toda la documentación, el dinero y los móviles.
Empezaba así el 'secuestro' de las niñas, incapaces de contactar con el exterior. Sus captores, para someterlas totalmente, empezaban a drogarlas en pisos de Madrid. Al menos una de las víctimas también fue violada en esa fase. Cuando las menores ya apenas tenían conciencia de lo que les estaba pasando eran trasladadas a Galicia.
Allí, en un prostíbulo de la localidad orensana de Barco de Valdeorras, eran sometidas a un régimen de «verdadera esclavitud sexual», en palabras de uno de los agentes de la 'operación Simpático'.
En ese local, los agentes encontraron, oculto en una de las habitaciones del club, a un niño de tan solo ocho años. En ese prostíbulo, los guardias civiles se incautaron de buena parte del 'arsenal' de drogas que los proxenetas usaban para someter a las adolescentes. Dos domicilios más fueron allanados por los funcionarios, quienes encontraron 30.000 euros, un arma de fuego y más sustancias estupefacientes. La desarticulación de esta red solo fue posible porque una de las menores logró ocultar su móvil y avisar a sus padres.
Una red hacía porno con niños tutelados por la Generalidad
Bajo la investigación de los Mossos apodada Triniti ha quedado al descubierto una productora de pornografía infantil con unas cifras estremecedoras. Tras la detención de los tres principales implicados en esta trama de abusos a niños vulnerables en mayo del 2015, la Unidad Central de Delitos Informáticos examinó todas las imágenes y pudo acreditar abusos contra al menos 80 niños de entre 12 y 17 años. Estas grabaciones producidas en Cataluña han sido compradas por más de 300 clientes de todo el mundo, especialmente españoles y franceses. El archivo supera el millón de vídeos y fotografías, y se anunciaba en 28 dominios de internet. Jean Luc A., un ciudadano francés residente en Cataluña, tenía junto a otro ciudadano francés y uno marroquí una productora de pornografía en Barcelona que grababa material para pedófilos. "Ellos ya eran pederastas", remarcan los Mossos. De hecho, Jean Luc también cumple condena por abusos contra ocho menores de 13 años. Cogían a niños en riesgo de exclusión social, la mayoría bajo la tutela de la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA). Españoles, marroquís y rumanos. Los engañaba pagándoles cantidades de dinero casi ridículas. Entre estos niños --siempre varones-- se corrió la voz de que había un hombre que daba dinero por prácticas sexuales. La situación de desamparo de los menores los captó sin dificultad. La DGAIA detectó estas secuelas en algunos de los chicos. Sus profesionales lo denunciaron a los Mossos y así arrancó la investigación. Jean Luc llevaba años funcionando y, desde mayo del 2011, había dejado Barcelona para trasladarse a Tortosa. Desde allí, trabajaba con cuatro nuevos socios: dos de la Comunidad Valenciana (Valencia y Xàtiva), uno en el País Vasco (Barakaldo) y otro en Cataluña (Cubelles). Hay 24 víctimas en Valencia. Captaban a los clientes a través de internet. Los datos confiscados permitirá ampliar la investigación a escala internacional para dar con algunos de estos 300 compradores. Muchas de las grabaciones de abusos se correspondían con viajes que hicieron a países como Sri-Lanka, Túnez, Camboya, Laos, Tailandia, Singapur, República Checa, Kenia, Francia, Java, Bali o Marruecos. El último paso que estaban a punto de dar era vender viajes a pederastas que incluían la posibilidad de mantener relaciones con niños que tenían controlados en Marruecos.
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