viernes, 20 de mayo de 2022

en un principio pensé

que la Tierra fue invadida por una avalancha de seres de otros orbes por motivos de conquista más o menos depredadora. Pero queda claro que la Tierra tuvo su especimen humano y que luchó con fuerzas superiores que vinieron a quitarle ese derecho de nacimiento. 
Hace miles de años los pobladores humanos llegaron a un nivel evolutivo que marcó un ito de su historia en el planeta. Consiguieron dejarnos boquiabiertos con las construcciones que más perduran en el tiempo: las pirámides. Pirámides de piedra de diferentes tamaños y formas y, solo, para dejarnos, en el plano estelar, la ubicación planetaria donde tuvieron que reagruparse por la propagación de virus de fabricación y su nefasta devastación sobre todos los seres que nacían, crecían y se desarrollaban, sobre la corteza terrestre. 
En aquellos tiempos la ciencia estaba fifty fifty con la religión, y todo trabajo se enfocaba hacia los dos factores de convivencia. 
─La ciencia se enfocó en reconstruir, reimplantar la salud sobre la muerte. Derrotó a la muerte.
─La religión en transformar la muerte. 
Los sarcófagos existentes bajo las arenas de Egipto... nos señalan que fueron utilizados para resucitar a los muertos y no para enterrarlos. 
Bajo potentes rayos los cuerpos eran despertados y reposados, en los sarcófagos, hasta la recuperación de las células físicas y la desaparición de cualquier indicio de haber padecido la enfermedad de la Parca. Estos actos científicos nos recuerdan el mito del doctor Frankenstein, por Mary Shelly, en su sección de ciencia ficción, donde nos retrotrae a los 20.000 años de nuestra era... y bajo tierra... donde se realizaban procesos de reconstrucción o resurrección, naturales y corrientes. 
No por casualidad se le ocurre a un humano, después de 20.000 años, escribir un libro con retazos egipcios, de cómo vencer la epidemia de la muerte. 
Una  vez conseguido el poder Supremo, y con los medios materiales para abandonar su casa... los nativos se alejaron hacia lo profundo del espacio... dejando en las siguientes generaciones humanas, (a sus simientes), el conocimiento y el plano celeste para que nos fuera fácil saber dónde encontrarles...; una vez conseguido su mismo poder y desarrollo evolutivo, tal cual se refiera, a enfrentarnos a nuevos retos fuera de la atracción terrestre; que como la diosa Circe retuvo a Ulises a su regreso a Ítaca... así nos retiene Gaya en su sustento de energía Crística hacia su interior.
Desde tiempos inmemoriales nos han estado vigilando, mediante un artefacto al que le han puesto el nombre terrestre de: El Caballero Negro. Un vigilante cuyo aspecto es de un potente ordenador con capacidad de recibir y mandar, en tiempo y forma, los pormenores que acontezcan sobre y dentro de la capa terrestre. Se supone que lleva miles de años estacionado en posición fija, punto fijo, y enviando información hacia  AlnitakAlnilam y Mintaka, las tres estrellas de Orión. 
Podemos ver, bien señalada la Constelación de Orión, lugar de acogida en su éxodo terrícola, al planeta prometido: Alcyón. "La Central", de siete hermanas. La más brillante.
Nos dejaron señalizado el lugar donde se fueron a vivir una vez que las fuerzas vivas de la naturaleza se enfrentaron al hombre, venciéndole, por su incapacidad de mantener el planeta...: fuera de la enfermedad y de la muerte. 
Nos encontramos en el mismo proceso de lucha y éxodo hacia el exterior. 
Fuerzas oscuras están intentando exterminar al ser humano, de nuevo, si no toma las medidas pertinentes para derrotar al enemigo que mora dentro de la mente (alienados) de algunos terrícolas. Si no vencemos: nos veremos obligados a emigrar, o moriremos sin dejar rastro de nuestro paso por aquí.
Hay comportamientos muy negros en los actos de unos pocos, que pretenden reducir a la nada a una gran parte de los demás.

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