lunes, 29 de diciembre de 2014

nuestro satélite

Que la Luna no es parte de la Tierra no hay nada más que verlo. ¿Dónde, si no, se encontraría el espacio separado de ésta? Por más que nos quieran hacer creer en una colisión contra otro planeta más grande, tampoco cuadra, dado que la Tierra tiene la capacidad de absorber los objetos que vienen de fuera, por lo que hubiera sido tragada por el otro planeta con más masa. Ahora sería un planeta descuadrado, desproporcionado para contener vida. De aquí que la Tierra no tuviera rotación sobre sí misma en el pasado; la tuvo cuando entró en contacto con la Luna, otro planeta de otro sistema solar. Tal vez un Plutón que nosotros desechamos de nuestro común planetario.  La Luna tiene los golpes con otras piedras en la misma cara, por lo que se puede deducir que vino -de donde viniera- arrastrada a ocupar el lugar que tiene en la actualidad. De aqui que la Tierra -como planeta- repelida por la masa del satélite, se viera en la necesidad de rotar sobre sí misma. Pues es el único planeta que hace la rotación sobre su eje. El resto de los planetas que nos rodean no giran y dan siempre la misma cara al Sol, como hace la Luna. Tal evento de rotación tiene la particularidad de crear vida en su interior. Una forma de agitar las energías contenidas en los seres vivos para su propias existencia. La Tierra es blanda y cualquier objeto que cae sobre ella se introduce hacia su núcleo, según el poder del impacto. La Luna es dura y los objetos se quedan pegados en su superficie sin que penetren demasiado. Y me da que tiene la cualidad de evitarnos males mayores en caso de la llegada de algún meteorito. Pienso en que las casualidades no son tales, y que todo confirma la teoría de un pensante en grado superior en escala, que la terrestre.

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