lunes, 2 de enero de 2023

última llamada telefónica

Dios ha hecho su última llamada al papa emérito, Benedicto XVI. Y, como es normal, éste, ha hecho las maletas celestiales y partido raudo y veloz a la demanda divina. Dejando en la Tierra a los historiadores para que le ensalcen en el Cielo, más, que en el plano terrestre. El papa Francisco ya le quiere hacer santo, como a Jose María de Balaguer. 
Es lo que tiene la Iglesia que, como gobierna el Cielo y la Tierra, se permite hacer santo a quien le sale del hábito. Y, solo, por el cargo. Cuando todos sabemos que, los aquí presentes, de buenos no tenemos nada, y de malos, tampoco. Por tanto dejemos de hacer santos a quienes han vivido la vida con conocimientos de causas probadas... y no han sido capaces de denunciar lo sabido. 
Bien es verdad, que se le achaca las denuncias, a la ONU, de los más de 4.800 pedófilos, repartidos por la geografía planetaria. Vaya, por los cinco continentes. Amén de callar la muerte de Juan Pablo I, a los treinta y tres días justos y masones, de su postulado papal. ¿Es o no es? Esa es la cuestión, que diría nuestro presidente Sánchez... siempre adelántandose a las respuestas de ¿a quién depende...? Pues eso.
Por favor
queda muy chuli, que diría la ministra Díaz, trastocar la historia después de muertos sus nombrados... Cuando todos sabemos que dentro de la Iglesia no hay ni uno que se salve del descenso infernal. Y como no quiero ser totalitario, el uno entre todos, es aquél a quien lo matan o le mandan a los confines terráqueos a hacer de santo; como a millares de curas protestones, o a las novicias violadas, o a las madres Teresas de Calcuta. ¿Esos sí son santos por padecer las inclemencias de todo tipo de carencias y enfermedades. Esos sí que son santos por derechos de sus inviolables votos. 
No sé por qué todo el mundo piensa que el muerto fue bellísima persona. Cuando no deja de ser el momento propicio para insultarle sin derecho a reprobación. 
Señores
somos los hijos de Lucifer encerrados en este plano y planeta por los siglos de los siglos amén. Y gracias a nuestro Padre celestial.
No podemos ir hablando de buenos y malos cuando todos, por unas circunstancias u otras, estamos en guerras, en hambres, en campañas de vacunación borreguil o en suicidios por falta de medios divinos. Pero... ¿qué me estás contando?
Nos tiramos el resto del año jodiéndonos, los unos a los otros, por activa y por pasiva, y venimos <<un día>> a ser <<en muerte>> la caña marinera. Reconozcamos los <<motivos>> o <<causas>> para odiarnos, y dejémos que el <<efecto>> se conjugue o complemente. De hipócritas, vivos y muertos, está la tierra y cementerios... llenos.
Adiós, Benedicto. Los humanos no te olvidarán aunque pasen milenios, por haber pertenecido al papado de Roma. Sin embargo del que te ha dado de comer levantándose todos los días del año, de madrugada, para trabajar... de, ese, no se acordará nadie. Que tengas felices sueños, en tan larga siesta.

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