sábado, 4 de mayo de 2019

pobre Pablo Casado

debe de haberse hecho el Haraquiri, por el resultado del 28A. 
Lo digo a raíz de las palabras de Aznar: "Debemos frenar la sangría". Porque Aznar de política entiende lo mismo que de inglés: lo básico; pero de médico sabe un rato largo.
El caso es que Casado se ha revuelto contra la diáspora elaborada por Rajoy, y el no haber podido reunir el rebaño pepero, como los judíos pretenden reunir sus ovejas descarriadas, después de su salida de Egipto. Que -digo yo-: ¿Para qué cojones tuvieron que salir de Egipto, con lo bien que estaban, y lo serviciales y lameculos que eran?
De aquellas espantadas... estos minaretes...: Para guiar y congregar al rebaño por medio de la voz y la visión. Y, la altura, claro.
Eso es lo que intenta decir Casado: necesito minaretes muy altos para hacerme ver por los votantes del PP. Porque -considera- que no le han oído ni visto durante la campaña electoral y, por ello, no le han votado. Él, que llevaba casi un año trajinando el oído de los ciudadanos para que... llegado el momento..., le dejen solo. Abandonado. Como quedó el bolso, en el escaño de Rajoy.
-Pobrecillo... 
-Clama la señora Juana del quinto-: 
-Con esa sonrisa de oreja a oreja que nos regalaba como si con ello hubiera conseguido la mitad de los votos. Pero al muchacho le quedan muchos años para cocerse adecuadamente. Y ya veremos si con el tiempo ha evolucionado a mejor o se ha estancado en cenagal. 
-El tiempo pone a cada cual en su lugar.
Total,
que amparado bajo un velo de viuda de militar... llora la pérdida de bandera y del general. 
Pobre Partido Popular.
¡A fer la mà!
A ver si esta es la última de las veces que se os vota a vosotros y a los sociatas. Veamos si, con ojo clínico, distinguimos las opciones de cambio en otros partidos. Y pasamos de tanto bipartidismo.

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