miércoles, 15 de mayo de 2019

no paramos...

pero a río revuelto…: nos damos cuenta de los peces que lleva el río y nos fijamos en aquél y crecidito, que nos podamos pescar... "pezqueñines, no, gracias". Y, qué mejor río que las aguas que mueve la Iglesia Católica. Si te fijas bien, te percatas, que son los peces gordos, los sobaos, los que te llaman la atención por sus aletadas y el cúmulo de círculos que se derivan del aleteo.
En el asalto al Estado español, los primeros que aletearon fueron los 400 curas afincados y paniaguados de Montserrat. Ahora, el arzobispo de Tarragona, te suelta que están con el independentismo y con lo buenos que son los políticos presos por esa circunstancia de asalto al Estado y a las instituciones estatales. Deberían ser perdonados. Deberíamos perdonarnos todos. Tanto ligthcismo denota flaqueza, maricomplejismo, amariconamiento. Y es que no se puede ser un tío y llevar faldas... Porque en ese caso te conviertes en un Trans... (trans-atlántico, trans-mediterráneo, trans-porte...
Es evidente que la Iglesia siempre ha estado al amparo de su Dios el Diablo. Ha estado metido y en comunicación con los asesinos etarras, con los asesinos del P2, con las familias de mafiosos. Y, con las manos asesinas internas, para deshacerse de algún que otro político papal que no les gustara. ¡Pobre Juan Pablo I!
Y como la Iglesia siempre ha sido así de díscola, putera y deseosa de tener todo en su mano para poderlo usar a su antojo pues... se permiten adoquinar el mundo con la piedra de Pedro, y de la doctrina de Pablo. Ambos dos muy en comandita a divulgar, amaestrar y codearse con los de arriba...; nunca con los de abajo, siempre que no tuvieran algo que les interesara recolectar para sus grandes fortunas. Cada tres días la Iglesia del mundo se adueña de la herencia de aquellos que no hayan tenido descendencia o no la hayan reclamado. 
¿Todo ese poder lo administran con vista a paliar la pobreza?
¡¿Qué dices?!
Ni de coña...
Estos son la manada religiosa a la que adoran los españoles de bien y de mal. Dentro de los muros todos se hacen iguales. 

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