en qué cosas pensaba el Cardenal Rouco Varela cuando le llamó el nuncio desde el Vaticano: “Podía ser algún caso de pederastia a punto de estallar…. O que el
representante papal quisiese saber su opinión sobre el caso Pujol… O que
hubiesen llegado al Vaticano rumores sobre el calamitoso estado de las
cuentas del arzobispado de Madrid… Todo, menos darse por enterado de que Franc le despide sin ninguna fiesta gay, ni beso en la boca, ni endemoniarle. Porque debemos saber que Rouco ha sido para el Vaticano, lo que Rubalcaba para la izquierda: los padrinos de la camorra. Los brazos ejecutores, fuera de la Ley. Ya lo decía su sobrina -la de Rouco-: mi tío no es lo que aparenta; dice una cosa y hace lo contrario. Nosotros ya hace tiempo que no nos hablamos con él. Ójala nos hubieramos llevado bien, me hubiera gustado ser monja gay. En fin, cosas que pasan en las familias y que luego se escapan por la boca.
Volviendo al asunto, lo que le molesta a Varela es que el Sumo no le haya llamado personalmente para darle la noticia de que no cuenta con él para próximos actos litúrgicos. Que sí, que ha sido bueno pero... que ya ha pasado la époco de Eta y otras presiones de meter, y que ya no cuenta su persona para el clero. Todo un mazazo para alguien que le hubiera gustado salir en prensa, tv. y revistas del corazón como el padre Apeles, rodeado de chicas jovencitas y con buenas domingas donde mirar, mientras la cámara te roba el posado. Pues no, amigo Rouco, has sido como Benedicto XVI, una mancha en las blancas sotanas de Papa, lavadas a la piedra y restriegue manual por niñas raptadas y enclaustradas en lavanderías irlandesas, y sin derecho a ver el sol. Fuiste un lacayo bien pagado para la curia, pero un mal ejemplo para la ciudadanía española, por mucho que te rodearas de la clase choriza como los Pujol. Amén.
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