hay que mirar muy fijamente la imagen para darnos cuenta de si hay errores en ella. Os diré que no hay ninguno. Esta foto no difiere a los marroquies de los españoles. Estamos viendo cómo las caras no son el reflejo del alma, y cómo todos van igual de bien vestidos, e irradian una sonrisa que despeja las dudas del encuentro fructífero en la lucha -así la han llamado- contra la inmigración. Yo creo que hemos empezado mal, aunque el encabezamiento decía otra cosa. Llamar lucha a la regularización de la inmigración, o, llamar lucha a la masiva influencia de negros en las cosas marroquíes y españolas, o, llamar lucha a la desvandada provocada por los políticos de los distintos países desde donde salen tantos negros camino de los elefantes de Europa... en fin, me parece una burla, un quijotismo contra las leyes y las personas. Si los mismos ministros no saben cómo llamar al tratado o cooperación entre ambos países... para el flujo de gentes contra las vallas metálicas con puas y el paso del estrecho en patera... vamos mal. Y si encima salen retratados con esa guisa y guasa... vamos peor. Y si encima nos tomamos la muerte de tantas personas por culpa de las mafias políticas, como un mal menor... vamos rematadamente peor.
Es un insulto a la inteligencia ciudadana que estos políticos de mierda traten la muerte de miles de personas a las que han desahuciado de sus propios países y por sus propios políticos, como una estadística a plantearse... mientras los sufridos negros dejan rastro de sufrimiento y dolor en los caminos donde han puesto pie. Y mientras un negro no vale una mierda, las negras llevan el signo del dolar en sus frentes. Sirven para pagar un asiento de primera en patera; sirven para rebajar la pena de muerte para sus familiares en caso de que no haga los mandamientos mafiosos; sirve para dejar el huevo y, por tanto, adquirir nacionalidades futuribles... en fin, son la moneda de cambio más importante de los políticos y ONG mafiosas. La historia se repite, -y tanto que se repite-, desde el siglo primero de nuestra era al veintiuno, de la misma. 21 siglos de coma en los cerebros políticos.
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