lunes, 4 de agosto de 2014

nada más abrir el portátil

me entero de que un médico voluntario noruego ha escrito una carta a Obama como invitación a pasar una Mideast-Gazas-Emergen_Horonoche en el hospital de Gaza. Creo que aceptaría en el caso de que le regalaran un viaje para dos personas a cualquier parte del mundo como antaño -e imagino que ahora también-, se les ofrecía a los médicos de cabecera por recetar medicamentos de la farmacéutica X, con licencia para matar. Y ahora resulta que un galeno invita al presi de la nación norteamericana a pasar unos días a base de judías y a toque de mortero... (como hiciera Moisés contra las murallas de Jericó: Dios, sin saber que la Tierra Prometida estaba ocupada, mandó a Moisés dar siete vueltas diarias a la muralla tocando tambores y a la séptima vez, las paredes derrumbaron.) Ya hay que ser memo para que, siendo Dios, no sepas que Jericó estaba ocupada. Otro como Mariano Rajoy, que va poniendo y quitando conforme al Dios Merkel. Pues bien, que se me va el santo al cielo.., para ver a los niños, a los niños adultos y a las madres. morir, como sólo se hace una vez.
Este médico debe saber que Obama ya sabe que se están matando en Gaza, porque sabe la cantidad de pasta en dólares que le entra con la venta de armas. Esta gente, como médicos sin fronteras, Ong´s, y otras organizaciones, no deberían -digo-, de ir a esos sitios a remediar lo que otros están tan empeñados en destruir. Hay que hacerles ver a los dirigentes políticos que los médicos, las Cruz Roja, u otros... no están para hacerles ver a los dirigentes que sus bombas están dando en el blanco.
Lo más sorprendente es, que los países en conflicto estén quejándose de los bombardeos y de las bajas.., pero ninguno de los dos se digna acabar, por compasión, con el rifirrafe. No, porque no miran a la gente como gente -como podemos vernos los demás-, sino por el color del dinero que produce la guerra. Y los demás, nosotros, cargados de compasión rogando a un dios que debe estar de vacaciones o jubilado.He llegado a un punto de desprecio, que todo me parece salido del mismo pastel.

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