el TS de Sevilla, inhabilita al jefe de homicidios de esa capital, por una detención ilegítima.
Al parecer el conductor del vehículo tuvo un tropiezo en la carretera con otro u otros vehículos, y el polícía le persiguió hasta darle alcance. Una vez conseguido el adelantamiento y detención de los vehículos, el policía salió del suyo y se dirigió al conductor del segundo coche instándole a que saliera. Sin sarle tiempo a reaccionar, ni enseñarle documento alguno, el polícía sacó su arma (no sabemos si reglamentaria o no) y propinó un culatazo al cristal rompiéndolo y tomando al conductor por la solapa. Al grito de: la has cagado, soy policía... Tal fue la deshonra del cuerpo que le detuvieron sus propios compañeros, poniéndole a disposición judicial.
Y yo me pregunto: ¿qué diferencia hay entre este intelectual de las detenciones, y los burros cañeros que -totalmente parapetados dentro de trajes de buzos- dan palos de ciego, en las manifestaciones controladas y legales? ¿No tendrían que pasar por un TS los antidisturbios una vez amainadas las palizas con las que ofrecen a los ciudadanos, en el acto de pedir sus derechos constitucionales?
Hay tantas cosas que no cuadran que me extraña que en esta cuadrase algo. Estaría bien que lo que sirve para Sevilla, sirviese para el resto de las comunidades. Y que la desproporción que existe en los ataques blindados en las manifestaciones, también estuviera penado. Pues no es lo mismo golpear a un desconocido que golpear a un familiar. ¿Verdad? Pues esto es lo que deberían... y en lo que deberían darse cuenta quienes están dentro de un traje a medida, de cerebros descerebrados. ¡Vamos, digo yo!
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