Hay momentos en la historia de una persona que son crueles. Y uno de ellos es tener al lado a una persona que te sonríe a sabiendas que lo hace sin ningún complejo de frialdad. Esa es la imagen que da la señora de Trump, que teniendo de todo, se permite dejar en ridículo al ridículo de su marido. Un individuo que no cae bien a nadie, pero que se permite decir a los ciudadanos del mundo que es millonario y que pondrá fronteras allá donde considere que el territorio es suyo. ¡Con un par! Y lo bueno de todo es que está en negociaciones con empresas mexicanas para que sean ellos, mismos, quienes pongan el muro. Todo un gilipollas con buen talante.
miércoles, 25 de enero de 2017
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