Si, ya sé que hemos tocado el tema en otra ocasión pero... a tenor de los nuevos resurgimientos de teorías sobre la luna, no tenemos más remedio que dar la contestación desde nuestra originalidad.
No voy a llevar la contraria a determinados profesores y estudiosos del tema más sofisticados y pomposos que yo, pero es evidente que me remito a aquellos primeros hombres que lo miraban todo, y lo pintaban todo. Pues esos primeros hombres que lo miraban todo y lo pintaban todo en cuevas... resulta, que no pintaron la Luna. Esa luna que debería haber sido el primer estímulo del hombre para saber su procedencia y más, concretamente, su influencia sobre la Tierra.
¡Vale! Voy a deciros por qué he empezado a decir esto. Hay, como he puesto, determinados profesores judíos y otros que también lo serán -al tiempo-, que explican que del choque de un planeta contra la Tierra se crearon fracmentos que orbitaron a su alrededor y con los milenios (240 millones de años) fueron juntándose entre sí, hasta completar la luna que vemos en nuestro firmamento celeste. ¡Qué curioso que con todos esos pedruscos se haya construido la Luna, redondita y blanquita que vemos! La otra teoría más popular -(la anterior hace poco tiempo que ha sido lanzada)-, fue que del choque entre los dos planetas: la Tierra y el planeta Theia, madres lésvicas nació la Luna. Pero resulta que todo el mundo se pregunta dónde fue ese formidable encontronazo que no ha dejado huella en la Tierra. Porque, señores, a la velocidad que dicen que va un planeta como la Tierra en su rotación alrededor del Sol, es extraordinario, y si tropezados con el otro que viene de cara, de frente o costado a la misma velocidad, nos podemos imaginar, -porque conducimos-, el topetazo del carajo que se origina. ¡Pues, no!, según estos estudiosos judeomasones: -que suelen ser todos estos profesores-, hubieron varias lunas que orbitaron la Tierra por ese sistema del trompazo. Y el caso es, que ninguna cayó a tierra, sino que todas ellas se fueron atrayendo hacia sí... para transformarse en un planeta donde viven los selenitas.
No voy a meterme con los judíos porque con el tiempo nos convertiremos en uno de ellos; y, porque esto, va a quedar grabado por la eternidad y más allá y pueden dar conmigo. Sino que voy a puntualizar en que son unos mamones revienta mentes y unos desinformadores del carajo. Estos tipejos suelen trabajar para el Smithsonian, una biblioteca-club-museo-universidad-herramienta, de programación masona. Y hay que ser masón para creerse eso.
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