
Detrás de todo este galimatías hay un pensamiento maquiavélico: quitarte la voluntad de ser y de hacer. Que todo lo que necesites esté depositado en el Estado. Que dependas del Estado para todo. Y en el caso de que el Estado no pueda..., te desplaces a llorar al hombro de la Madre Santa Iglesia. La pareja ideal: Estado-Madre Iglesia. Esto está inventado: es como lo captamos ahora, pero después será como más bonito de percibir. Mi mamá Iglesia y mi papá Estado me satisfacen mis apetitos. Nos preguntaremos alguna vez de dónde pueden sacar el papá Estado y la Mamá Iglesia el dinerito para satisfacer tanto idiota junto. No, porque si lo pensamos y lo decimos nos lo pueden revocar. No, no, que nos lo den y luego Dios proveerá. Esta estupidez intentaron hacerla en Suiza y los suizos se negaron en pleno y de pleno. Porque saben que es pan para hoy y dificultades para generaciones venideras. ¡Que es lo que están consiguiendo con la globalización de mierda! Pues ¡ole! por los suizos que pudieron ver que el sustento hay que ganárselo porque si no es así, te conviertes en un exclavo del sistema. Eres un presidiario en un campo de concentración. Que, sí, que sé que el campo de concentración es grande..., sí. Pero tu eres el reo. No vas a tener libertad de acción..., voluntad de acción. Serás el robot por el que te quieren intercambiar. ¡Ya sobras, al matadero!
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