con menos cosas con las que sorprendernos. Y es que con la pirámides de Egipto está todo dicho y nada comprobado. ¡Como con casi todo! De todas formas debemos saber que Jesús el Cristo, cuya fecha de retorno está programada para el 2022, fue un egipcio que trabajaba de cantero, en vez de carpintero, como nos han venido diciendo por herencia paterna: como hijo putativo. Pues, no. El muchacho... después de enterarse que no tenía padre reconocido, del cabreo se fue distanciando de sus paisanos y tomando las de villadiego. ¿Dónde estuvo tantos años escondido? De escondido nada. Estuvo aprendiendo las artes adivinatorias, religiosas, de otras culturas y países, en ese lugar de donde procede su estirpe. Su estirpe es egipcio y sus paisanos faraones o reyes egipcios. Él mismo disponía de una varita, como los faraones, con el poder de hacer milagros: como convertir el agua en vino o curar ciertas enfermedades. Y, según en qué lugares, levantar a los muertos como a Lázaro o la hija de Jairo. « Talitá kum » «Muchacha, a ti te digo, levántate». Sin embargo, amigos, estas cosas es preferible que el pueblo no lo sepa, ¿por qué? Porque ya han procesado todo la historia del muchacho y no van a dar marcha atrás. Es mejor lanzar al pueblo una novela rosa que les atonte, que decir las verdades, para que las sepamos. Y de esta forma nunca sabremos la verdadera historia del tal Jesús y tampoco de las pirámides y sus constructores. Sería vergonzoso tener que romper todos los libros de historia, como el reconocer sus errores.
lunes, 23 de enero de 2017
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