pero estoy asustado. Y lo estoy por dos motivos principales. El primer motivo consiste en la enfermedad, no voy a negarlo; el segundo consiste en que si caes enfermo estamos apañados con los médicos que tenemos, que todo el mundo dice que son buenos y deben de serlo cuando acuden a consulta o cuando los ves. En su inmensa mayoría son médicos recién graduados, como las enfermeras, y es verdad que intentan ganarse el puesto pero... de eso a estar preparados para una eventual enfermedad con el ébola, dejan mucho que desear. Y esta inseguridad de los doctos no me deja indiferente ni tranquiliza mi mente y espíritu. Y hay una tercera cosa que me preocupa aún más que las dos anteriores dícese: la enfermedad y los médicos con sus enfermeros y enfermeras... La ministra me preocupa más. Y es que cuando ves que tampoco están preparados por sí mismos, sino que están acostumbrados que les lluevan las órdenes desde la Merkel o Obama, y que mientras tanto han de salir del paso diciendo lo primero que les viene a la mente, pues entonces me doy cuenta del grado 0 en el que estamos inmersos los españoles. Solo nos faltó esto para terminar con nosotros. Ante un brote de ébola, ¿qué veraneante o visitador, que no sea el de los médicos, se va a venir a España? Ninguno. Ni aún diciendo la ministra Ana Mato que no hay peligro para la población, cuando el peligro está en el mismo cuadro médico y en la misma cartera ministerial. Está claro que España es el norte de África, y de este modo nos han tomado los países comunitarios, y lo estamos pagando. Ahora es cuando esas Organizaciones y Ongs deberían llevarse a los enfermos a sus domicilios y cuidarles ellos, ya que se han llevado la pasta gansa por ser organismos, -que aunque dicen ser no gubernamentales-, gubernamentales. Una trampa más como Greenpeace.
¿Ana Mato debe dimitir? Pues la verdad es que estoy con los sociatas, ¿para qué?, si el próximo que venga puede ser como el nombramiento de José Antonio Sánchez para RTVE, cuando está implicado en el caso Bárcenas, la contabilidad B. Más vale malo conocido que otro por conocer.
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