aquellas a las que pertenecen al Vaticano. Aquellas a las que suelen integrarse una buena pasta para luego decir que son altruistas. Esas ONG, nos llenan de gran emoción y gratitud y buenos pensamientos al darnos cuenta de tan gran estímulo espiritual para que sejemantes espíritus altruistas salgan de sus domicilios y faldas del Santo Papa y se jueguen la vida por los demás hombres y mujeres a los que no han visto y -quizá-, ni oido, en su vida. Sin embargo son hombres de buena fe que emprenden viajes a lo más recóndito de la geografía mundial en busca de hacer el bien en beneficio de un Dios y una Iglesia con poderes para hacerse con los pensamientos del globo terráqueo. Nosotros, los españoles, estamos intentando que nuestra lengua, -en contra de lo que haga Mas-, y a través de la globalización... difundir el español a todo cristiano que nos encontremos donde sea y como sea. El caso es que termine hablando español y así, los españoles, no tengamos que aprender màs lenguas porque se nos da, francamente, mal. El inglés no lo hablamos desde que los barcos piratas ingleses nos atacaban y nos jodían nuestras fragatas; las mismas que están saliendo -poco a poco- a la luz del sol.
Este escrito viene en acción directa con los pensamientos contradictorios que suelen acarrear que los misioneros estén propensos a coger enfermedades en otras latitudes. Sin saber que esos misioneros son enviados para repartir ostias (sagradas), y adoctrinar a todo bicho viviente que encuentren a su paso. La misión, tantas veces victimista, no lo es tanto cuanto que lava, aclara y centrifuga las mentes de los que tienen la mala suerte de caer en esa lavadora. Los misioneros son lavadoras vaticanas.
Y lo malo es que nos envuenven en un amasijo de contradicciones entre las personas que, habiendo visto sus trapicheos (en todos los sentidos), hablamos de sus bondades y sus flaquezas espirituales. ¡No me lo trago!
No hay comentarios:
Publicar un comentario