ya no hace falta que nos endemoniemos ni nos metamos tanto en el papel para ver dónde se encuentra la gallina de los huevos de oro. Y esa gallina siempre ha estado representada por un presidente norteamericano con ganas de liarla en cualquier lugar del mundo, mientras sea fuera de sus fronteras; porque dentro también se preocupará de castigar a los ciudadanos si se desmandan lo suficiente, lo suficiente que el presidente estime que se están desmandando. Y ésto mismo hemos dicho muchas veces en este blog: los estados -tanto unidos como desunidos- juegan, aún, a juegos de guerra y a expandir virus por todos los lugares del planeta y a expandir -a la vez- a los espias, con licencia para meter la pata -a nombre del presidente de turno- y el morro y enterarse de todo aquello que acontece y atontece a los habitantes del país elegido. Lo del ébola bien podrían haberlo soltado en Benidorm, por aquello de que va mucho jubilado con hambre y ganas de incarle el diente a todo bello púbico que se mueva por la cueva de Allí Baba. Y ya sabemos que los juegos de guerra no son gratis y menos los sueldos de los espias y Estados Unidos se ha gastado la friolera de 136 mil millones de dólares en los últimos dos años, es decir, entre éste y el anterior. Importándoles un carajo si los ciudadanos tienen para comer o no. Los ejércitos cibernéticos son antes que los mostrencos norteamericanos que no saben dónde se encuentra la taza del váter. Y de esta guisa y comadreo vemos como los estados se llevan la pasta para invertirla en lo que se debe invertir ahora: en drones, en pelis de Almodovar, en MKultras y boberías varias, que hacen de la gente, personas de bien. Por eso mismo es por lo que nuestros empresarios, nuestros dirigentes políticos públicos y privados, nuestros funcionarios... se llevan la pasta a otros derroteros más masones y mejor dotados que los países subdesarrollados donde vivimos nosotros. Ellos se están juntando en esos largos pasillos subterráneos desde donde se apropian del yostick y hacen funcionar sus máquinas de guerra.
¡Menudos memos...!
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