miércoles, 8 de octubre de 2014

recapitulamos

"Nos dieron un curso de 20 minutos para atender a los enfermos de ébola"ya está en el otro post, pero hay que hacer incapie en las mentiras que nos sueltos nuestros queridos y amados politicos de turno. Ana Mato nos da las razones por las que debemos estar tranquilos los ciudadanos frente al ébola, porque tenemos unos médicos y enfermeras de lo más de lo más. Ahora resulta, como así lo recoge Expansión, que en el Carlos III, de la capital de España, sólo habían recibido 20 minutos de instrucción sobre la pandemia. ¡Y mira que nos han desayunado, comido y cenado, con la cantidad de personas que habían muerto, ya, en Sierra Leona y alrededores! Pues nada, aparece por arte de magia en España el brote y resulta que nos coge con las bragas en la mano y a punto de infectar a toda la población española, que aún está por ver si no lo han hecho ya. Están intentando encontrar a todos aquellos por los que han pasado frente, lateral y supuestamente, por la enfermera Teresa. Ésta, claro está, no se acuerda de dónde estuvo ni con quién, sólo con los más cercanos y el perro; que me parece una grosería supina que un animal tenga que morir sin haberle hecho las pruebas como a todo hijo de vecino. Y eso es otra: los vecinos. Madre mia Santísima la que vamos a formar por haber tenido un médico tan bueno como el que oscultó a Tere que, como se hacía en tiempos de campaña militar, te daban una pastilla -la milagrosa-, porque servia para un dolor de muelas como para unas cagaleras.
El ébola provoca incertidumbre en las empresas y el turismoY esto es a lo que hacía alusión ayer cuando predije lo que se nos avecina a los españoles con este tema del ébola. La primera en resentirse será la visita de los extranjeros a nuestro país. Basta que pase alguna cosa para que nuestros amigos (tan amigos y vecinos) de Europa, no muestren ningún tipo de estupor o rubor a subirnos a la picota para después despanzurrarnos. Desde Inglaterra se aconseja a los más mierda de los ingleses, que vienen a tirarse y formar camorra en los hoteles, que no vengan a España. ¡Bendito ébola! No sabíamos como quitárnoslos de encima y resulta que ha tenido que ser un efecto de la enfermedad ocasionada en EEUU, para que nos liberemos de tanta miseria humana. ¡No hay mal que por bien no venga!, que reza el refrán de toda la vida para contentarnos -como en éste caso-, de las derivas de semejantes sementales ingleses. Al enemigo que huye, puente de plata, se suele comentar también. Quédense con Dios, que nosotros esgrimiremos la espada del ébola para auyentaros lo más lejos posible. Algo así como la aceptación de la carta de dimisión de la Ministra de Sanidad, por engañar a los españoles -que no calmarles- como suelen hacer muchos en general. Y ya está bien que no cojamos ejemplo de los políticos de algunos países de la Unión, cuando dimiten porque no han dicho, o lo que han dicho o hecho mal. Es importante que los ciudadanos nos demos cuenta que no todos nuestros ministros sirven para la cartera que se les concede. Se la conceden unos a otros porque saben que su responsabilidad es 0, y nosotros no les pedimos responsabilidades. ¡Que hace falta ser memos!
Véis, a mí Rajoy me ha dado mayor tranquilidad. Me ha dicho que estemos tranquilos sobre el ébola. Le ha faltado decirme que cuando se extienda, él estará al otro lado del charco o se habrá ido a los Emiratos Árabes, en  peregrinación a tomar té verde. Es decir, lo mismo que hace cuando no le entra una cosa en su cuadrangular cabeza, y tiene necesidad de un revolcón juvenil. ¡A mi el ébola!

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