miércoles, 30 de julio de 2014

sor María Graciela, Chile.

Pedro Cerda | Agencia UNONo os sorprendais de los niños desaparecidos en España y que ahora empiezan a encontrar a sus padres, cuarenta años después de que médicos y monjas estuvieran trapicheando en la venta de ellos por toda la geografía española. Curiosamente no solamente ha sido aquí el trapicheo, sino que en sudamérica también han hecho -los curas y las monjas- de su capa un sayo, y de la trata de personas negocio. En Chile, mismamente, las autoridades han denunciado a sor María Graciela Soto, como responsable de la desapariciones de niños en el final de los 70 hasta cerca de los 90; en el hospital Barroco Luco, Chillán, San Borja Arriarán y Luis Calvo Machenna; así como en las clínicas de Santa María y Carolina Freire, de esa capital. La sor... -que debe ser mayor, pero no gilipollas-, se está haciendo la demente senil para no ser imputada junto al sacerdote Gerardo Joannon, cómplices en 12 casos de robo y venta de bebés. El Servicio Médico Legal ha comunicado a las autoridades que dicha sor no padece ninguna enfermedad, y que está totalmente cuerda.  A estos casos hay que sumarles las atrocidades que han hecho las monjas con 800 niños muertos y enterrados en fosas comunes, en Irlanda. Más, las niñas que eran secuestradas de bien pequeñitas y encerradas en los lavaderos irlandeses para que los señores curas fueran impolutos de traje, porque lo que es de alma: dejan mucho que desear. 
¿Cómo se le puede decir a un Papa que deje de besar en la boca a los niños? ¿Cómo se llama la atención de Franc -para los amigos-, de que toda su figura es una pantomima que ni Dios, su patrón, se lo cree? ¿Cómo se puede ser tan memo y acostarse y levantarse como si la gente no tuviera en mente todos sus gestos y actos genocidas? ¿Pero quién es el tonto de los cojones que aún cree en un papa argentino cuyo método de lectura y obsesión son los pequeños de la casa? Por favor no metamos en lobo en el corral con las gallina. De seguro, por la mañana, estarán todas folladas.

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