Se cuabre un año del descarrilamiento del Alvia 151, que cubría la ruta entre Madrid y Ferrol, y que descarrila en el punto kilométrico 80,620, en el trayecto del
AVE Ourense-Santiago, concretamente en Angrois, una parroquia de la
capital gallega que se encuentra a unos cuatro kilómetros de la
estación. Todo hace pensar que la alta velocidad del convoy ha sido la causante del descarrilamiento, y no se equivocan. En esa curva y tramo de vía Ave, en A Gramdeira, con velocidad limitada a 80 kilómetros, el tren circulaba a 190 kilómetros; imposible disminuir velocidad estando dentro de la curva. Los vagones saltan por los aires y los 218 viajeros -sin contar tripulación-, se ven despedidos y aprisionados entre ese amasijo de hierro en que ha quedado el total (10 vagones) del tren. 80 son los muertos y el resto heridos de considerable magnitud.
A día de hoy los familiares de las víctimas y heridos piden a gritos el informe inexitente del accidente porque el Pp no ha tenido bemoles para difundir los resultados de la investigación. Los familiares, ante las autoridades políticas que pretenden darles una condecoración por las víctimas, levantan voz y solicitan dimisión de la ministra de Fomento Ana Pastor, dimisiones del entramado de Adif, y de todos aquellos políticos que en su día -y por llevarse la pasta gansa-, dejaron por terminar el tramo Ave y, por tanto, sus sistemas de seguridad. Las voces de los vivos impide que la justicia demore sus resoluciones y dé un contundente veredicto de culpabilidad, a todos estos mamarrachos de políticos. Estamos viendo las consecuencias en el entramado político español, y como en sus mayoría son chorizos con mucho ánimo de lucro. Lo que mancilla el nombre de los españoles sea, que hasta la casta parasitaria reinona, esté sumergida en la mierda que circunda las cloacas del rateo y la gusanada que sale de las turbias aguas del poder.
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