Florencia Mate, esposa de Jenaro García, es la que más se acerca a la postura de la infanta Cristina, antes que a Rosalía Iglesias, Isabel Pantoja, Maite Zaldívar y Ana Mato, a la hora de desconocer las actividades ilegales de sus respectivos mozos de cama. Este lunes ha sido citada por el Juez Pedraz para declarar sobre las actividades de su esposo, fundador de Gowex, y de la que ella era consejera, por la estafa a 5.000 accionistas y mantiener 36 millones de euros de
endeudamiento con los bancos, tras falsear sus cuentas durante al menos
cuatro años. En su testimonio como imputada, Maté ha negado que conociera las actividades ilegales de su esposo,
ha dicho que era una “ama de casa” y que, pese a ser consejera de
Gowex, no estaba al tanto del falseamiento de las cuentas de la empresa.
Del “no sabía nada” de Maté al “no me consta” de la Infanta.
El perfil de Florencia Maté (46 años y dos hijos), como el de doña
Cristina, no es precisamente el de una mujer sin estudios volcada, casi
en exclusividad, en el ámbito familiar. No así, el currículum vitae de las otras es cero; sin incluir a Ana Mato, que el suyo 0 multiplicado por cero.
En lo que sí han coincidido todas es: me dedicaba a la cocina, a guisar; no sé lo que es blanquear, no estoy metida en ese mundo”. Por lo que nos dan a entender que sí hacían la comida, pero de lavar, nada de nada.
Menos explícita fue
doña Cristina en su declaración ante el juez Castro. La hermana del Rey
se desvinculó de cualquier hecho delictivo llevado a cabo por su marido
con 412 “no sé”, 82 “no lo recuerdo”, 58 “lo desconozco” y 7 “no me consta”.
Además, como sus compañeras de club, Cristina se refirió a su labor
como madre de familia y dijo que en casa no hablaban de negocios y que
ella se ocupaba de los niños y de todo lo que tuviera que ver con ellos
mientras Iñaki Urdangarín gestionaba todos los gastos.
La
quinta de las mujeres en responder ante la justicia por las maniobras de
su marido fue Ana Mato. La ministra de Sanidad también se ha mantenido
al margen de cualquier asunto turbio diciendo sobre los artículos
valorados en 300 euros que habría recibido de la trama Gürtel, que ni
los conservaba ni recordaba haberlos recibido. Todo un tópico, en definitiva.
Y
por último, no escapa de ingresar en este club Rosalía Iglesias, la
esposa de Luis Bárcenas, encarcelado desde junio de 2013 por su
implicación en la trama Gürtel. El juez Pablo Ruz requirió a Iglesias
para que declarara en el marco de la instrucción del caso y ella se
limitó a decir que no tenía conocimiento de la contabilidad en B del PP
ni de haber desviado dinero a Suiza. Además, como ya hiciese la
Infanta, proclamó la confianza plena que tenía en su marido y que la
llevó a firmar todo tipo de documentos, incluso papeles en blanco, si él
se lo pedía. Toda una prueba de fidelidad.
Todo ésto nos confirma que van al mismo colegio de monjas y curas, donde les enseñan a mentir, a vivir al borde de la Ley, y a saber capear todos los toros que les suelten al ruedo. Así, tenemos de ejemplo a la señora Botella -me refiero a la señora del señor Aznar-, que se aplicó bien en este lenguaje y expresiones, pero cateó en Inglés. ¡Qué lo vamos a hacer!, todo no puede ser bello o parecerlo.
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